domingo, 5 de enero de 2014

Victoria, Entre Ríos: Caso en el Hogar San Martín (13 de agosto de 1991)

Victoria, Entre Ríos: Caso en el Hogar San Martín (13 de agosto de 1991)
por Dr Roberto Banchs
Crédito: Visión OVNI  



Las noticias se precipitaron rápidamente. A partir de la filmación de un fenómeno luminoso en la estancia La Pepita, cercana a la Laguna del Pescado, el 23 de julio de 1991 -aunque precedida por una observación el jueves 18-, Victoria pasó a ser centro de una larga serie de acontecimientos ufológicos. Entre estos, numerosísimos avistamientos de luces sobre el río y en pleno campo, nuevos registros fílmicos y fotográficos, la caleidoscópica visita de especialistas y conferencistas, la supuesta llegada de investigadores de la NASA, y una hotelería abarrotada por curiosos platillistas.

Bajo la animación del periodista local y martillero público Ramón Pereyra, esta localidad de 30.000 habitantes situada al sudoeste de la provincia de Entre Ríos, cambió su historia. Salió de su letargo de vida apacible y pueblina, para acoger alegremente a un turismo que -para los más entusiastas- transpuso las fronteras de nuestro planeta.

Más acá, Victoria cantó victoria. Sin llegar a salir de su asombro y como espectáculo adicional, recibió a la alborotada masa de gente capaz de decir: “¡Existe!”. Si, Victoria existe.

Después de aquellos sucesos nada fue igual... La parrillita de la costanera, el licor del monasterio, se ofrecieron generosos al mundo. El clima era estimulante. La propensión a ver, a no permanecer en el anonimato había sido cultivada.

Tampoco estuvo ausente la nostálgica política del silencio. No faltó quien habiendo creído que contribuiría a apaciguar -quizá- la ola de rumores, con inigualable torpeza declaró que el tema Victoria “es secreto de Estado”.

Algún tiempo atrás, pero en medio de la vorágine, un interno y tres celadores del “Hogar General San Martín”, ubicado a escasos kilómetros de Victoria -en la ruta 11, que la une con Gualeguay-, aseguraron haber observado dos extraños seres, o parte de ellos, que “parecían flotar en el aire”, junto a un círculo de luz que bajó en la carretera.

Ello ocurrió el martes 13 de agosto de 1991, alrededor de las 22 horas, y fueron testigos: Roberto Pérez (interno del Hogar, con estudios primarios, nacido el 20 de octubre de 1970), y los celadores Miguel Ángel Dionisio (con estudios secundarios, nacido el 20 de febrero de 1950), Fidel René (con estudios primarios, nacido el 23 de marzo de 1934), y Carlos Gabirondo (fallecido a poco de producirse el episodio).

Ramón Pereyra, animador de los fenómenos de Victoria.
La investigación se inició un mes y medio después, extendiéndose hasta finales de 1992. Debido a que se trata de varios testimonios, por veces contradictorios, hemos procedido para un mejor ordenamiento y comprensión, a exponerlos en forma separada y ensayar un análisis y comentario, iniciando este informe con un trozo de la entrevista mantenida con el citado periodista Ramón Pereyra, personaje clave de cuanto ocurre con los OVNIs en Victoria.

He aquí su testimonio:

“Del tema de los platos voladores acá en Victoria el responsable soy yo: no soy el productor, pero sí el responsable. He tenido que soportar meses de constantes agravios de los colegas de otros medios, que me han calificado como perseguidor de la popularidad, de querer ganar dinero fácil. Lo que queremos es que aquellos que llegan buscando una respuesta a este interrogante, puedan llevarse elementos que sirvan de testimonio. Soy el responsable en el sentido figurado, porque los OVNIs, aquí en Victoria, tienen su asentamiento desde hace muchos años. En 1985 ya teníamos experiencias..."

“Los que no creen en los OVNIs ya no me tildan de loco, porque son tantos los que han tenido experiencias, que se sienten apabullados; cada uno que va teniendo una experiencia me informa como si yo fuera la caja de resonancia de este tema, y no es así, no soy el propietario, simplemente he sido y soy un difusor de este fenómeno".

“Yo puedo dejarlo documentado, no quiero que se me califique como un Cristóbal Colón. Hay una distancia sideral entre Cristóbal Colón y Ramón Pereyra, pero yo puedo firmar un documento y el tiempo dirá: No se exactamente cuando, pero en Victoria se va a producir un acontecimiento que va a sacudir a la humanidad. Hace 40 días, en el Hogar General San Martín se produjo otro avistamiento. Faltando 5 minutos para terminar el informativo que estoy haciendo por televisión todas las noches, suena el teléfono del canal y alguien me dice: “Ramón, largate para acá, estoy mirando el asentamiento de un plato volador a 300 m del Hogar de jóvenes”, pero ¡qué vamos a ir!; nos iba a insumir un tiempo considerable, y por eso desistimos. El celador corta la comunicación, el resto de la comunidad había salido del exterior de la vivienda para acercarse al aparato; del mismo salió un ser extraterrestre".

“Acá en Victoria no estamos viendo luces, nosotros hace rato que dejamos de creer en las luces malas. No son luces, aquí hay cuerpos que emiten luces, que están descendiendo. No nos sentimos molestos, pero sí queremos un acercamiento con ellos".

“En este momento en la ciudad de Victoria manejo un informativo que va todas las noches, de lunes a viernes. Por el canal local, en la radio LT 39, realizo programas musicales desde hace ocho años. Esto puede provocar un poco de confusión en el oyente, en el televidente, es decir, en el consumidor de lo que hago, considerando que Ramón Pereyra está desarrollando dos facetas. Sin embargo hay algo fundamental que unifica la personalidad de Ramón Pereyra, y es la credibilidad: Yo siempre voy con la verdad”, concluye diciendo.



 

Ramón Pereyra nos recibió poniendo de manifiesto un buen manejo de la expresión verbal, utilizando un lenguaje adornado. Su característica es egocéntrica y seductora.

Es evidente que el boom de los OVNIs existe en Victoria, pero si así se sostiene, pareciera estarlo porque este periodista lo propicia, aprovechando los medios de comunicación de los que dispone, y el asenso que posee en sus seguidores locales.

A pesar de que desde su discurso aparezca negado, se siente la caja de resonancia de los fenómenos que allí se producen: de él parte y a él llega la información, manteniendo en vilo y expectante al público.

Diríamos que sosteniendo el interés en los OVNIs, se sostiene el interés por su persona.

El testimonio de Roberto Pérez (interno del Hogar, 21 años)

Roberto Pérez, el joven interno del Hogar.
“El martes 13 de agosto de 1991 a las 22 horas, estábamos tomando mate (una infusión de hojas de mate, planta americana) antes de cenar; fuimos a la cocina, y mientras esperábamos que se hiciera la comida salí para ver si venían unos compañeros. Se me ocurre mirar para el lado de los eucaliptos y veo dos luces de color, primero aparece una y después la otra, subían y bajaban, después hicieron como un triángulo. Eran amarilla y roja. Después, una sola luz se deslizó hasta el medio de la ruta, y en esa ubicación -frente a la entrada del Hogar- descienden dos sombras negras, no se apoyaban en el asfalto, sin tocarlo caminaban por encima del piso, avanzaban y se cruzaban. La luz tan fuerte me permitía ver las sombras de dos hombres normales: Entonces, veía la sombra de dos hombres con la luz de color amarillo muy fuerte, la de color rojo ya no se veía. Todo esto a 300 metros, aproximadamente. De repente, se apagó la luz, pude observar una especie de olla, el color era blancuzco".

“Estoy un poco aburrido, cuando me pasó esto me puse contento, algunos compañeros trataron de acercarse a partir de esta experiencia, pero se reían; al principio nadie me creía, después me preguntaban pero se reían. Ya estoy cansado de hablar, pienso que me toman a la chacota… me invitaron a hablar en el cine, por la radio… pero la gente se ríe. El periodismo ya me cansó también. A mí me gusta ir a pescar todos los días, mirar televisión, trabajar, y estar en mi casa que es el Hogar. Pronto me tengo que ir de acá, espero encontrar un buen lugar, un buen trabajo y hacer mi vida solo".

“A los hombres les veía el cuerpo completo, la cabeza era rara, diferente a la de los seres humanos, era medio levantada hacia arriba, en esas figuras de color negro lo único que no llegué a visualizar fueron sus manos".

“El aspecto de estos seres no me pareció agresivo ni malo, creo que si lo fueran no estaríamos en la Tierra, nos hubieran hecho desaparecer. Supongo que vienen de otro lugar, no sé cuál: yo leí en un libro que vienen a cargar energía del agua".

“Yo los vi esa única vez, pero dicen que acá en Victoria aparecen todos los días, especialmente en la Laguna del Pescado".

Roberto Pérez explica la forma en que se movió la luz roja.
“Ante esa aparición, salí corriendo para la cocina y de ahí hacia la sala de recepción. Al principio todos nos quedamos bien quietos, tiesos, pero después nos sobrepusimos al impacto, y junto con Gabirondo, avanzamos unos 100 m y desde esa distancia, continuamos observando. La observación en el frente del Hogar sobre la ruta, se extendió por espacio de unos minutos. Repito: cuando la luz roja llegó a esa ubicación, ascendió y no se la vio más, en cambio, la luz amarilla se apagó. En el ínterin, pasó un camión por la ruta, cuando vio el OVNI frenó, pero enseguida volvió a marchar".

“No tuve miedo -yo no le tengo miedo a nada- sentí un gran asombro. Esa noche, el cielo estaba oscuro y estrellado, no vi la Luna, no había viento, estaba lindo".

“Yo acá en el Hogar no tengo amigos, son todos ladrones… en realidad, tampoco los tengo fuera. Soy un solitario, pero yo me siento bien solo. Con excepción de los celadores y el director, no hablo con nadie. Hago artesanías que vendo y por la mañana trabajo en la verdulería. No tengo familia; a mi abuelo hace cinco años que no le veo, sé que vive en Paraná, pero no conozco el domicilio”.

El testimonio de Miguel Ángel Dionisio (Secretario económico del Hogar, 41 años)

“El martes 13 de agosto a las 9:55 horas estábamos por tomar unos mates, cuando el señor René sale de la cocina del establecimiento y dice: “Venga, estos sí que deben ser los OVNIs”. Salgo corriendo y observo un juego de dos luces que cruzaban en círculo, bajaba una y subía la otra; lo vimos durante tres minutos más o menos. En eso aparece Gabirondo y enseguida Pérez. Gabirondo corre a llamar por teléfono a Ramón Pereyra del video-cable de Victoria. Observamos que una de las luces emerge otra vez, pero más cerca de nosotros, desde esa posición, corrimos hacia el frente del establecimiento y en el ínterin, pasó un camión por la ruta, estaba cargado, iba por la cuesta, yo digo: ‘No vaya a ser que se le aparezca el OVNI’; zafa el camión, y al llegar al frente del establecimiento, la luz baja al borde del asfalto al costado de la ruta. Es una luz muy fuerte blanca, y observamos como dos pares de piernas que dan pasos, pero en estado de gravedad. Gabirondo -que estaba hablando por teléfono- me dice: “Flaco, ¿vos ves lo que yo estoy viendo?”, tira el tubo telefónico y sale corriendo hacia donde estaba la luz, pero no llegó, porque en menos de un minuto desapareció. El teléfono está en el ventanal sobre el frente, el vio cuando apareció la luz allí y fue, pero la luz instantáneamente se apagó sin elevarse, antes hizo un pequeño giro. Yo vi las piernas, es decir, la parte inferior del cuerpo, de la cintura para abajo, a una distancia de 350 m. Las veo al borde de la luz, pegadas a la luz por delante, como una sombra; las figuras se ven oscuras, la luz fuerte es blanca y noto el borde coloreado de amarillento y rojizo, el juego de luces se ve muy lejos, ese objeto con las figuras lo vemos a 350 m más o menos. Desde que la luz baja y se observan las figuras, pasa alrededor de un minuto. Desde el inicio hasta el final del avistamiento habrán transcurrido 4 minutos.

“La luz es local, abarca unos 20 m y no se proyecta. En el borde están esas figuras que dan pasos en estado de gravedad, la luz está como suspendida sin tocar el suelo, las piernas -que son talla normal- las veo de color marrón, observo el movimiento de caminar, aparentemente eran como de hombre. La luz hace un giro en semicírculo y desaparece, hace un arco desde abajo, se eleva alrededor de 2.000 m y vuelve a bajar, luego se apaga, no irradia ni encandila. Las cuatro piernas forman dos pares que se mueven como dando un pequeño paso. Eso lo observé durante 50 segundos, más 10 segundos de la vuelta en giro, completan el espacio del minuto total. No era la luz del faro de un auto porque hubiera proyectado, y ésta era local".

“En el establecimiento reinaba un silencio normal. No detectamos ningún cambio, ni en los perros del lugar ni meteorológicos. Era una noche serena, sin viento, había Luna chiquita. No registramos olores ni marcas. Gabirondo, con dos chicos del Hogar, fueron con la linterna a inspeccionar, pero no observaron nada particular; al otro día, con la claridad, volvimos a revisar y tampoco detectamos nada".

“Gabirondo, quien lamentablemente murió hace unas semanas a los 40 años, dijo haber visto dos piernas de dos personas, por lo tanto eran dos pares que aparecían juntos; él observó que caminaban muy lentamente como dando pasos. Él estaba ubicado derecho a la puerta misma del establecimiento, hablando por teléfono, y desde ahí ve cuando baja la luz, me grita, y luego manifestó haberme visto como petrificado".

“Él era el que estaba más interesado en el tema de los OVNIs, leía, siempre buscaba revistas con información; él manejaba un taxi y se desplazaba por la ciudad, conversaba con uno y otro en la zona del balneario sobre lo que acontecía con el fenómeno".

“El chico Pérez declaró haber visto seres de cuerpo entero. Yo le pregunté si estaba seguro, porque los cuatro (Gabirondo, René, él y yo) estuvimos comentando esta experiencia durante toda la noche. Al principio él pareció no reaccionar, creo que tomó conciencia cuando lo empezaron a interrogar. Yo hablé con Roberto: ‘¿Estás seguro que lo viste completo?, acá no se trata de mentir’. “Yo sí -dice-, yo los vi enteros”. Le pedí que no invente, que contara lo que realmente vio, entonces me confesó que la verdad era que no los había visto enteros. Pero cuando vino el periodista, relató haber observado cuerpos completos... Ese 13 de agosto, a esa hora, él había ido a la cocina para calentar agua para el mate. En el Hogar después de cenar, juegan a las cartas, miran televisión o van a la pieza a tomar mate... pareciera que este chico Pérez busca deformar… ahí dentro empezaron: “che, vino ‘fulano’ de tal revista, vino ‘mengano’ de la televisión, ¿vas a trabajar gratis?”. Es un pibe con problemas -todos en el Hogar tienen problemas, vienen con dramas familiares-, Pérez ha vivido prácticamente toda la vida en el Hogar. Hoy tiene 21 años, la madre lo dejó cuando tenía 2 años, los padres son separados, los dos borrachos. Él es bueno, a veces tiene reacciones despectivas, es impulsivo. Para el estudio no tiene mucha capacidad, es poco imaginativo, sólo terminó la escuela primaria; los compañeros lo quieren y aceptan. Ahora le llega el momento de irse[1], sin embargo no ha tomado al respecto ninguna iniciativa".

“Don René es sereno, él también dice haber observado miembros inferiores de talla normal y no cuerpos completos. Según lo conversado, él no notó el giro en semicírculo que yo observé, para René la luz se apagó directamente".

“El día anterior al avistamiento de este fenómeno, mi hija me había pedido que la llevara para ver los OVNIs, y en esa ocasión le dije: ‘Tengo que verlo para creerlo’, no la llevé. Al otro día ella no se encontraba acá, estaba en Rosario con el resto de la familia, a los cuatro días viajé y al verlos dije: ‘¡He sido el furor!’. En la radio de Rosario se informaba sobre lo que habíamos visto acá, mi hija no me creía, yo le dije: ‘Cuando llegues vas a leer los diarios’. Hace quince días con mi hija, mi señora y una vecina vimos unas luces, entonces yo les dije: ‘Ahí están los OVNIs’, aparecieron a la altura de la abadía, era un luz muy fuerte, muy blanca con los bordes rojizos, se desplazaba lentamente, y lentamente también se apagó".

“El episodio en el Hogar de jóvenes General San Martín, fue una experiencia que jamás creí vivir, fue algo inesperado, a pesar que siempre afirmaba ‘tengo que verlo para creerlo’; el tema sobre OVNIs no me ha interesado nunca, alguna vez leí algo, pero someramente".

“Ante este fenómeno sentí asombro, no sentí miedo porque estábamos preparados mentalmente: observábamos la luz que venía, no sentí miedo porque no me enfrenté de golpe. Sentí admiración -especialmente- cuando vi las figuras que daban pasos, o hacían ese movimiento de pasos sin avanzar".

“Durante varios días me sentí contento porque venían los amigos para que les contara, me llamó el Intendente para averiguar por teléfono; hace una semana lo encontré en un asado, me pidió que nos sentáramos juntos y le narrara lo sucedido personalmente, estaba también el director del Hogar".

“Fue una experiencia que me gustaría repetir para ver si tengo la oportunidad de observar detenidamente a la figura, me quedó grabada, quisiera ver si puedo observar la parte que no vi, confirmar si eran similares a las personas... yo vi piernas, pero no creo que sean solamente piernas que se deslizan. Lo que yo quiero saber es si existen estos seres, estas figuras que vi ¿son extraterrestres?, ¿no lo son?, ¿será algo que envían los norteamericanos, los rusos? Ellos están muy adelantados…, pero qué pueden querer acá, ¿buscarán algo específico para estudiar?, ¿alguna riqueza?, ¿qué fin persiguen? Yo deseo que se sepa la verdad, deseo hacer un aporte a aquellos que se interesan, que estudian con seriedad. A todos los que vienen yo los atiendo, pero quiero dar con la persona que me dé una explicación, que me diga qué hay de cierto en todo esto”.

El testimonio de Fidel René (Celador-sereno, 58 años)

René Fidel.
“La noche del martes 13 de agosto a las 22 horas estábamos como de costumbre, después de la cena, en el Hogar; salgo de la cocina y veo a 300 metros dos luces que estaban como jugando, haciendo zig-zag. Llamé a mis compañeros de servicio, salieron a ver y vieron; uno de ellos -que ya murió[2]- fue a telefonear a video-cable para informar lo que estaba sucediendo, en ese momento -rápidamente- las luces se corrieron y se detuvieron frente a la entrada del establecimiento sobre la ruta, pero lo hizo una sola luz muy brillante: se posó en el asfalto, se vio por escasos tres o cuatro segundos".

“La luz era muy fuerte pero natural, como un reflector fuerte que brilla, iluminaba las ramas y las plantas, proyectaba alumbrando a unos 30 metros, cuando se posó se veía el vislumbre. No era la luz de un vehículo ni la de un cazador porque es opaca, tampoco la de un reflector, porque este larga como un chorro de luz en forma de cono, no eran luces de aviones. Esta luz fuerte y brillante, de pronto, se apagó".

“Vi dos personas: Observé la parte inferior del cuerpo, de la cintura para abajo; la parte superior estaba a oscuras. Se visualizaban dos pares de piernas, no pude distinguir el color; sin embargo, se notaba que eran de personas normales -no eran enanos como se dijo-, la talla era normal. A la distancia se notaba que caminaban, el movimiento de esas piernas mi hizo pensar en la de los hombres, además se veían en pantalones comunes, no estaban desnudos. Cuando vi eso dije: ‘Ahí bajan dos personas’. Yo no observé ningún objeto, ni nave, ni aparato, sólo esa luz fuerte y las piernas de dos personas que avanzaban juntas, haciendo un círculo muy cortito. La observación no fue muy clara ya que estaba oscuro, el vislumbre iluminaba la zona inferior, ahí se clavó, no obstante me pareció que estaban pisando".

“No estaba nublado, no había Luna, no se detectó marca alguna ni cambios de ninguna índole".

“Conmigo estaba Gabirondo, Dionisio y el chico Pérez, ellos estaban petrificados, no decían palabra, estaban duros, en verdad, ninguno de nosotros atinaba a moverse. Ellos estaban sorprendidos… a mí no me tomó de sorpresa… no me acerqué porque no me llamó la atención… aunque puede parecer raro, en ese momento no pensé que fuera algo extraño, me pareció algo natural. Siempre he estado viendo luces, objetos que han cruzado el cielo y que no eran aviones, esto es común acá en Victoria, especialmente desde el mes julio último se escucha hablar de OVNIs continuamente. Supongo que estos seres nos vendrán a observar".

“Para mí, este fenómeno es una señal, como una profecía; lo digo siempre: En la Biblia está escrito, dice que el mundo terminará -no se sabe cuándo- pero habrá un fin. En el Nuevo Testamento, dice la palabra de Dios, que en los últimos tiempos habrá señales, confusión. Estas son cosas que tienen que suceder, todo esto que ocurre en la Tierra está escrito, lo mismo que el anuncio de la maldad que aumenta y se multiplica. El Señor Jesucristo dijo que debíamos estar preparados para cuando estas cosas comenzaran a suceder, hambre, sufrimiento y dolor. Por eso para mí la vivencia de este episodio fue algo natural, que tiene que pasar y lo recibo con paz, no me asombra, porque es como aquel que ya está avisado de algo y cuando llega, no hay sorpresa por que lo sabía".

“La semana pasada estaba en la casa de una vecina, y también vi una luz que se movía, me puse a mirarla: subía, bajaba, se apagaba, se ponía roja y se le veía dos antenas; esto último me llamó la atención, eso nunca lo había visto; estuve mirando un rato y desapareció. Eso no se lo conté a nadie".

“Yo no soy una persona que le guste hablar mucho; la semana pasada vinieron de un canal para grabar, lo iban a enviar a los Estados Unidos, pero lo interpreté como un negocio, y yo no me presto a eso. A mí me gusta ir con la verdad”.

[1] Luego de las dos entrevistas mantenidas con R. Pérez, y a nuestro regreso, nos telefoneó en varias oportunidades a Buenos Aires. Tiempo después, M. Dionisio nos comentó que había ido a vivir con su abuelo a Paraná. En agosto de 1992 nos escribió otro interno, Marcos Benítez, diciendo: “Fui amigo de Roberto, yo les escribo para contarles que a él le llegó el egreso y que se tuvo que ir a su casa, además él era desertor del servicio militar desde hace dos años”.

[2] Informa F. René que Carlos Gabirondo falleció luego de una intervención quirúrgica a la que fue sometido para extraerle un órgano que había donado a su hermano. Como era de esperar, no faltaron quienes pretendieron atribuir inescrupulosamente como causa del deceso la presencia del OVNI.

Análisis de las entrevistas

El encuentro con el joven Roberto Pérez no fue fácil. El contexto lo presentaba de personalidad difícil, vive en el Hogar General San Martín desde pequeño. Siendo el principal protagonista de esta experiencia (“el que más vio”, según los dichos de otros testigos) afirma que se siente manipulado por la prensa, investigadores y curiosos que, en busca de información, se acercan al lugar y a él en especial.

La noche en que se avistó el fenómeno relatado, Roberto se hallaba junto con los celadores. Ellos lo describen como un muchacho parco, con dificultades para hacer amistades, que pasaba gran parte del tiempo en el establecimiento. Tampoco parece afecto al estudio. Él mismo se describe como un solitario; su única diversión consiste en ir a pescar a la laguna, o al río, en compañía de su perra. Interrumpiendo el diálogo, Roberto se aproximó a Fidel René y en forma hostil expresó a viva voz: “Yo no hablo más”. De esta manera lo conocimos, dándonos a entender que -en apariencia- era alguien “de pocas palabras”, querellante y agresivo, cuya intención era intimidarnos.

Roberto Pérez, en el camino de acceso al Hogar.

Luego de que René intercediera, accedió a la entrevista: al principio se mostró serio y hosco, siendo necesario poner en juego cierto grado de habilidad a fin de disolver la tensión que, por momentos, se tornaba en monólogo, con pesados silencios.

Roberto Pérez desconocía el día del cumpleaños (recabamos este dato por la intermediación del director de la institución), no tiene familia: abandonado por su madre -de quien nada supo ni sabe, como así tampoco de su padre- sólo se vinculaba con un abuelo, a quien no ve desde hace cinco años.

Obviamente, su vida se reduce al ámbito del Hogar, y a los acontecimientos que allí se producen. También en ese lugar permanece los fines de semana, sin compartir salidas con sus compañeros. Entre mateadas en soledad, algún rato mirando la televisión o quedándose en su dormitorio junto a su perra, transcurre el tiempo para este joven, en medio de la catadura de un pueblo, cuyas largas horas sólo parecen ser sacudidas por los entusiastas comentarios de los lugareños sobre el tema de actualidad: los OVNIs.

En el terreno de las hipótesis, se nos plantea una pregunta: ¿Qué significación puede adquirir en este muchacho ser partícipe del episodio narrado? Si bien la experiencia fue compartida con tres personas más, no hay duda que fue el joven quien logró un avistamiento más completo e integral: como era de esperar, esto favoreció que él fuese el más asediado por el valor de su testimonio.

Fabulación o realidad -no es lo más importante en este análisis- su persona se reviste de un estatuto relevante: Merced a su relato, alguien casi anónimo, uno más, pasa a ser ROBERTO PÉREZ, alcanzando el reconocimiento de los otros, pudiendo ser “protagonista”. Buscado en lugar de abandonado, existe para los demás, obtiene cierto prestigio y valorización. Aquel de pocas palabras, a partir del suceso del 13 de agosto de 1991, encuentra un espacio.

Los testigos partícipes de esta experiencia fueron cuatro; tres de ellos aseveran haber visto “dos pares de piernas (o patas)”, y únicamente Roberto Pérez asegura que se trataba de seres completos.

Cualquiera de estas afirmaciones es posible de un desarrollo interpretativo, tendiente a encontrar una explicación en el contexto de la historia particular de cada sujeto; aunque es necesario aclarar que el tiempo y las condiciones que primaron para la realización de entrevistas y encuestas fueron limitadas por diversas circunstancias.

Volviendo a quien nos ocupa en este momento, Roberto Pérez, en una situación similar en cuanto a iluminación, distancia, etc., dice que observó “dos personas completas” realizando movimientos ondulantes. ¿Se trata acaso de una fabulación?

No nos es posible arriesgar una respuesta contundente, ya que no se la puede corroborar con la opinión del joven Pérez. Sin embargo, podemos ensayar una interpretación, especulativa, basamentada en elementos extraídos de su propio discurso. Sería dable pensar que esas dos figuras vistas (proyectadas) en el exterior, creadas por la fantasía a partir de un estímulo externo y concreto, vienen a llenar aquello que en él permanece vacío. Ocupan el lugar de esas dos imágenes inciertas desde siempre, dos figuras, que no son cualesquiera en la historia de un sujeto: Esos dos seres completos que vio representarían aquello que en su vida es faltante, su padre y su madre.

De ello nace una situación en la cual una posible realidad física da el motivo para que se manifiesten contenidos psíquicos latentes.

Roberto Banchs atiende el relato del joven Roberto Pérez en la tranquera. Al fondo, fachada del edificio, desde cuyas ventanas y escalinatas siguieron la presencia de los fenómenos.

De los testigos entrevistados, Miguel Dionisio es la persona que brinda un material más claro, detallado, con un orden preciso y mayor aportación de datos; colabora de manera especial durante la entrevista. En su personalidad se detectan rasgos de histrionismo y extroversión. Es posible que esto se apoye -además- en su necesidad de hallar una explicación a lo que es para él un interrogante: la existencia de estos “seres”, pregunta a partir de la cual se insertan otras que circundan un vacío que hay en el saber. De todos modos, él intenta dar lo que tiene, información que intercambia por una respuesta.

Como el resto de los testigos, se pone en juego el deseo de reconocimiento. Algo se modifica en cada uno de ellos a partir del 13 de agosto, viven un episodio que no es sin consecuencias.

En el caso que nos ocupa, a M. Dionisio lo llaman los amigos, el Intendente de Victoria; no creemos que sea ingenuo el comentario que se transcribe: “Hace una semana lo encontré en un asado (se refiere al Intendente) me pidió que nos sentáramos juntos y le narrara lo sucedido personalmente, estaba el director del Hogar”.

Es evidente que un distintivo prestigio siente que adquirió, con el que pareciera buscar en el otro su aceptación, no pasar desapercibido.

Hay una frase que se nos torna enigmática, ya que si se profundiza en ella, alejándonos de lo dicho literalmente, puede tomar diferentes estatutos: “Tengo que verlo para creerlo”. Por un lado, como lo indica el mismo sujeto desintencionadamente, el fenómeno que presenció no fue inesperado: Él quería ver, en la entrevista manifiesta: “fue una experiencia que jamás creí vivir, fue algo inesperado, a pesar que siempre afirmaba ‘tengo que verlo para creerlo’”, citando a Santo Tomás. Por otra parte, se le presenta una demanda explícita de su hija, quiere que la lleve a ver los OVNIs; pero no puede satisfacerla, dificultad que se sostiene en ciertos visos de incredulidad puesto que él “no vio”, y desde allí le responde “tengo que verlo para creerlo”. ¿Se sostiene el rótulo de casualidad ante el hecho de que haya sido durante la noche inmediatamente posterior a esta conversación con la niña, que Miguel Dionisio haya podido “ver”?. Creemos que no, por el contrario, diríamos que es a partir de este suceso que él podría conformarla. Además, surge en Miguel Dionisio un nuevo elemento con el que logrará enaltecer su persona frente a los ojos de su hija: Pensamos que para este sujeto es éste el estímulo interno principal, que explicaría y justificaría la causa de haber sido testigo del fenómeno que relata. Lo verificamos también, en otro comentario extraído de la entrevista: “Hace quince días con mi hija, mi señora y una vecina vimos unas luces, entonces yo les dije: ‘Ahí están los OVNIs’”. Algo de la idealización frente a quienes le rodean -especialmente- en lo relativo a sus familiares, toma una importancia relevante.

En cuanto a Fidel René, es empleado del Hogar de jóvenes General San Martín, y fue el primero que se enfrentó con el OVNI y dio la voz de alerta a los testigos restantes, permitiendo su participación.

Impresiona como un sujeto apacible, sereno y algo enigmático, puesto que cierto halo de misticismo parece envolver su presencia, intentando transmitir a los otros cierta paz que, sin embargo, se contrapone con su penetrante mirada.

Es pastor evangelista, y gran parte de su tiempo lo dedica a esta práctica.

La “palabra de Dios” anuncia el fin del mundo, el preludio serán catástrofes, caos y padeceres. En la Biblia se prometen “señales” de aquello que advendrá en algún tiempo, todavía desconocido.

Allí donde hay falta en el saber, es necesario el armado de una teoría, y para ello nada mejor que la creación de una fantasía. Es evidente que este hombre vive esperando el cumplimiento de aquello que -bajo la fórmula de una promesa- se manifiesta. Detectar pistas, indicios concretos de lo que la “palabra” Suprema, con rango de Ley, anuncia.

Creemos que el avistamiento del 13 de agosto se constituye para F. René en un episodio que refuerza su fe. La explicación que él encuentra y necesita, no es otra que la confirmación y realización de que eso que él cree y transmite tiene estatuto de Verdad.

Algunas reflexiones en torno al caso

La percepción por parte de los celadores de “un par de piernas”, y la de dos cuerpos enteros de los ocupantes del OVNI testimoniada por el interno Pérez, es motivo de otras reflexiones. De acuerdo a las mediciones que realizamos en el lugar, la distancia estimada entre el borde del pavimento de la ruta 11 (donde se detuvo el OVNI) y la escalinata de acceso al edificio del Hogar (alrededor del cual se situaron los cuatro testigos), es de 265 metros.

Vista desde el camino de acceso al edificio del Hogar Gral. San Martín hacia la ruta n° 11.

Resulta muy improbable que aún un observador avezado pueda distinguir a esa distancia y con la precisión descripta la figura de un sujeto de “talla normal”. Al respecto, el relato de Roberto Pérez resulta muy sugerente: él señala que del objeto en forma de olla descienden frente a la entrada del Hogar dos siluetas negras, sin tocar el asfalto, caminaban por encima de éste, levitando. Cuando le preguntamos cómo le fue posible apreciar esos detalles no vistos por los demás, responde que “fue así” y que continuó observando todavía más al aproximarse 100 m (esto es, a unos 265 m), notando que la cabeza de las entidades “era rara, medio levantada”, asegurando que lo único que no llegó a percatarse fueron las manos. Todo esto, según el joven, se extendió por un minuto.

Vista del acceso al Hogar, en la intersección del camino y la ruta 11.

Los testimonios que ofrecen los celadores, en cambio, pueden parecer más moderados, pero no dejan de ser ciertamente fantásticos. Ellos no hablan de ningún objeto metálico, sino de una luz; tampoco de personas “completas”, sino de pares de piernas. Miguel Dionisio incluso desmiente al joven Pérez, negando que haya visto los cuerpos enteros. Se trataba, según Dionisio, “como dos pares de piernas que dan pasos, pero en estado de gravedad”. Una descripción similar a la de Fidel René, aunque para él la luz se posó sobre el asfalto -en vez de suponer que se mantuvo suspendida sobre la banquina-, y las piernas “se veían en pantalones comunes, no estaban desnudos”.

Ambos coinciden en que fue por el movimiento, de caminar, por el cual infirieron que se trataba de piernas, como de hombre. Es interesante advertir el modo en que se ha escalado con la percepción: primero observan un movimiento semejante al caminar, por lo que se persuaden que se trata de piernas (“yo vi piernas, pero no creo que sean solamente piernas que se deslizan”, dice Miguel Dionisio); luego, a partir de un detalle se remiten al todo, lógicamente se trata ahora de las piernas de los ocupantes de la luz, o sea, del OVNI. Ocupantes cuya silueta completa y en detalle es descrita por el interno Roberto Pérez.

Tal modalidad de globalizar en forma confabulatoria (DW), esto es, de construir la realidad a partir de un dato, es un signo de Rorschach (RO) indicador de angustia, ansiedad e inhibición, que suele darse en sujetos de poca inteligencia. Podría no ser casual que tales características se observan en el joven R. Pérez.

Reconstruyendo los hechos in situ, al OVNI se lo ve siempre próximo al horizonte, aún cuando los testigos calculan que se elevó en algún momento a miles de metros. Aparece al sudeste como una pequeña luz, de cierta magnitud, y se desplaza en dirección oeste.


La visión del fenómeno se obstaculiza en forma intermitente por la arboleda, matorrales y alguna edificación. En apariencias, esa primera luz se descompone en dos, una amarilla y otra roja, que zigzaguean alternadamente variando su altitud hasta convertirse en un círculo de luz blanca que se detiene, precisamente, ¡en la entrada del establecimiento!, en el cruce de la ruta 11 con el camino de acceso, sobre el pavimento o en la banquina (área de aparcamiento). Allí “descienden” los dos ocupantes, o pares de piernas, parecen caminar en el aire y en momentos en que se acerca un camión por las andanadas del camino, la luz simplemente se apaga y desaparece de la vista. Había transcurrido un minuto de observación de las entidades, y cuatro desde que irrumpió aquella primera y lejana luz que sería la misma –o no- que se aposentó frente al hogar.

Nada parecía perturbar la oscura y serena noche, que mostraba una incipiente Luna en su tercera fase (fracción iluminada: 22.33%).

Llama la atención el comportamiento del OVNI: sigue la sinuosidad y ondas del camino, y “aterriza” justo frente al Hogar, en el cruce de los caminos y sobre la superficie de asfalto, o bien, en la faja de aparcamiento para vehículos...

Los celadores dicen al respecto: “No era luz de faro de un auto que hubiere proyectado, y ésta era local (…), no se proyectaba”, sostiene M. Dionisio. “No era la luz de un vehículo -afirma F. René-, (sino) como un proyector fuerte que brilla…”. Tales impresiones no parecen muy consistentes al momento de considerar la posibilidad que pudiera tratarse de los faros de algún vehículo, o una reflexión de la luz.

No obstante, estimamos que -al presente- no se disponen de los suficientes parámetros de información para pronunciarse firmemente sobre la naturaleza de lo avistado. En cambio, a vista de lo expuesto, los testimonios presentan serias dudas en cuanto a la legitimidad de los hechos descritos.

A modo de conclusión

El caso ocurrido en el Hogar General San Martín nos permite examinarlo desde distintas perspectivas. Es obvio que la ufología no es una ciencia, pero es pertinente señalar que se nutre de numerosas disciplinas técnicas y científicas. Su delimitación no es fácil y su reconocimiento lo es menos aún. Tiene por objeto de estudio las manifestaciones aéreas anómalas, conocidas habitualmente como OVNIs, y se orienta a su dilucidación acaso definitiva. Planteado de este modo, apunta a un saber de lo no-sabido, o si se prefiere, a la eterna tarea de identificar los no-identificados.

No obstante, el camino puede ser otro que el de la mirada al fenómeno y a las condiciones físicas en que se desenvuelve, cuando las mismas tornan improbable reconocer algo a semejante distancia y de la manera en que se describe.

Allí encuentra su campo de aplicación la singular perspectiva planteada en este artículo, la cual -lejos de incurrir en una suerte de reduccionismo psicologista-, debemos pensarla en la esencia misma del problema, dado que la base de la investigación es el hombre.

Al respecto, señalemos que la historia del sujeto actúa como un condicionamiento de la actividad perceptiva, con una dependencia de significación de origen cultural.

Así visto, el episodio que hemos expuesto no podría ser examinado debidamente si no atendiéramos a la persistente ola de información registrada en Victoria, como el modo en que esta actúa.

La situación descrita ha operado -sin lugar a dudas- como poderoso factor condicionante en la percepción de fenómenos inusuales, trayendo como consecuencia un incremento de los informes reportados, y una subsecuente retroalimentación.

En otro nivel de análisis, como rasgo todavía más particular impuesto a este trabajo, se hallan las motivaciones individuales de cada observador -independientemente de la naturaleza del fenómeno- que, como hemos visto, se vinculan en forma inexorable a una expresión de valores y de trascendencia.

Referencias

La Capital, Mar del Plata, 19 de agosto de 1991.

Los Andes, Mendoza, 19 de agosto de 1991.

El Cronista Comercial, Buenos Aires, 19 de agosto de 1991.

La Razón, Buenos Aires, 19 de agosto de 1991.

El Heraldo, Concordia, 20 de agosto de 1991.

El Debate-Pregón, Gualeguay, 20 de agosto de 1991.

Clarín, Buenos Aires, 17 de septiembre de 1991.

El Popular, Olavaria, 18 de septiembre de 1991.

Flash, Buenos Aires, 20 de septiembre de 1991

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