domingo, 28 de julio de 2013

Torrent, Corrientes: Estuvieron los marcianos (enero de 1965)

Torrent, Corrientes: Estuvieron los marcianos (enero de 1965)
por Dr Roberto Banchs (CEFAI)
Crédito: Visión OVNI  


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Torrent, Corrientes, 1965.
A principios de 1965 la prensa publicó la noticia de un extraño caso que tiene por escenario la localidad de Torrent, provincia de Corrientes. Por entonces se conocieron varias versiones que, si bien coinciden en líneas generales, no lo es­tán en cuanto a la fecha, a la presunta visualización de algún artefacto aéreo, y a otros detalles.

Entre las más difundidas, debemos remitimos a la versión de A. Ribera en Platillos Volantes en Iberoamérica y España (1), quien citando al diario El Territorio de Posadas, el hecho habría ocurrido a finales de enero; Gordon Creighton en The Humanoids (2) señala que la fantasmal experiencia se produjo en la primera semana de febrero; mientras que el diario Clarín (3), de Buenos Aires, el incidente se habría producido el 11 de febrero.

La primera información es la publicada por El Territorio, del 31 de enero de 1965, y con el título de “¿Marcianos en Torren?” (NdR: error por Torrent) narra la siguiente:

“En Torren estuvieron los marcianos, así decían algunos vecinos de esa cercana localidad correntina, después de lo ocurrido a un agricultor de la zona la noticia circuló rápidamente y se formaron ruedas para comentar el caso. Algunos lo tomaron en sorna, otros más crédulos comenzaron a pensar que las aventuras de ficción, no son simples productos de la imaginación de esa gente desocupada, que no tiene nada que hacer y se dedica a escribir, según una expresión".

“Lo cierto es que una noche, en momentos en que un agricultor de la zona (cuyo nombre no hemos podido obtener) se encontraba, en compañía de familiares y vecinos, dedicado a las tareas de su chacra, ya en horas de la noche, observó que desde el ho­rizonte se aproximaban a gran velocidad cinco puntos luminosos, dando cuenta de inme­diato a las personas que se encontraban con él. Según los detalles de la noticia, era una noche oscura, sin luna, lo que impidió que pudieran observar de inmediato, que se trataban de nada más ni nada menos que de cinco señores marcianos. Los visitantes si­derales habrían descendido de un extraño aparato y al ver luces en las inmediaciones se aproximaron con el inocente propósito de observar de qué se trataba".

“De acuerdo a la misma fuente de información -prosigue la crónica periodística-, los supuestos marcianos, tendrían dos metros de estatura, de cuerpo delgado y con un solo ojo a la altura de la frente y además con un artefacto ubicado en la cabeza que proyectaba un denso haz de luz. Ante esta situación uno de los asombrados terráqueos atinó a introducirse en la casa del poblador, para salir posteriormente portando un arma con la intención de abrir fuego. Al parecer, un extraño influjo impidió que pu­diera hacerlo, aún cuando el arma se encontraba cargada y la persona sabía operar con ella".

“Al ver el peligro, los visitantes rodearon al grupo y se apoderaron de uno de los integrantes, seguramente con el propósito de capturarlo como rehén para impedir que adoptaran otras medidas de ataque. El terráqueo, presa de pavor, fue tomado de los brazos, pero ante la demostración de pasividad de los otros, optaron por soltarlo, para regresar después en el mismo sentido en que habían llegado, perdiéndose en la espesura de un monte cercano. Según la noticia, que circuló insistentemente en esa localidad y en Santo Tomé, la persona que fue tomada por los gigantes, sufrió una rara enfermedad de piel en uno de los brazos y cuyas causas no han sido establecidas con precisión".

“Aún cuando algunos lógicamente dudan de la veracidad de este hecho, muchos pobladores de la región insisten en afirmar que en Torren estuvieron los marcianos…”.­

Así concluye el artículo. Sin embargo, la citada obra de A. Ribera aporta otros datos aparecidos en el boletín de la CODOVNI (4). Una compilación de las apariciones de OVNIs en la Argentina durante 1965 son allí reseñadas bajo el título de “Informaciones auténticas sobre platos voladores en la República Argentina – 1965”. Habiendo recurrido a esta fuente para precisar los datos, nos dice:

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Carlos Souriau.
“El corresponsal de la CODOVNI en Corrientes, Sr. Rialto Flores, tuvo la oportunidad de conversar con el Sr. Carlos Souriou (NdR: error, por Souriau), estudiante del 4° año de la Escuela Normal e hijo del dueño del campo donde fueron vistos los ex­traños seres. Este es el relato del Sr. Souriou: esa noche su hermano mayor y algunos peones salieron a cazar tatú (NdR: tatúes, mulitas o armadillos) y al regresar a la ca­sa vieron unos bultos en la oscuridad, eran bultos bajos, de medio metro más o menos, por lo que un peón le dijo a su hermano: son enanitos patroncito, vamos a atropellarles a machete, y sacando su machete intentó atacar a los enanos. En ese momento ocurrió algo raro, el peón quedó con el brazo derecho paralizado y los enanos se a­grandaron hasta 2,50 metros más o menos de alto; entonces su hermano les hizo un dis­paro con un rifle automático calibre 22 que llevaba consigo, y aquí ocurrió otro mis­terio, no salió ningún otro tiro a pesar de que el rifle jamás había fallado. Dice que cambiaba la bala de la recámara y tampoco salía, al verse indefensos huyeron ha­cia la casa y se encerraron. Otro misterio: de afuera entraba una luz a través de las paredes de madera, iluminaba todo; su hermano menor casi quedó loco de miedo, le daba ataques de nervios y lo tapaban con cajas, etc., para que no vea la luz. Después de un rato y creyendo que se habían ido los bichos, como decían los peones, su hermano (NdR: mayor) salió para poner en marcha la camioneta que tenían frente a la casa, no vio a nadie y al llegar al coche le rodearon los hombres sin que se explique de dónde salieron. Su hermano corrió hacia la casa seguido por esos seres y los peones al oír el tropel que venía y pensando que eran los bichos cerraron la puerta dejándolo a­fuera, éste gritó y los peones abrieron la puerta en momentos en que le alcanzaron los hombres y uno de ellos le pasó la mano por la barriga y la cintura cuando él sal­tó adentro y volvieron a encerrarse. Después de un largo rato salieron de nuevo, los peones se acostaron boca abajo en la camioneta y se fueron a otro campo que poseen en las cercanías. Como los peones no querían ir más al campo tuvieron que trasladarlos a otro campo y a uno echarlo porque era demasiado el miedo que tenía. Cuando estaban encerrados, los peones ofrecían cada cual más paquetes de velas a los santos. Agregó Soriou que a lo mejor los gigantes estaban al principio acostados o sentados, por eso parecían bajos y después se habrán levantado. Lo mismo los ojos, él no asegura, dice a lo mejor eran reflectores. Hay que tener en cuenta que se burlaron mucho de ellos. Dice que contar no es nada, había que ver esos momentos horribles que pasaron (NdR: sus hermanos y peones). En ningún momento vieron aparato alguno. La mano que le tocó a uno no era como la nuestra, parecía de pelos o algo así, no sabe explicar”.

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Gordon Creighton.
Estas versiones contrastan con la de Clarín (“De nuestra agencia”), y Crónica (5), atribuyendo este último la información a la Agencia Noticiosa Saporiti y a comenta­rios de Rodrigo de Riana, de los que se sirve G. Creighton en la obra antes mencionada.

En efecto, la noticia señala que “una noche de la primera semana de febrero”, ex­tremadamente oscura, fueron vistos emerger a gran velocidad y desde el horizonte cin­co puntos luminosos. “Poco después -agrega el relato- de un aparato transparente y muy raro, descendieron cinco presuntos marcianos, de casi dos metros de altura cada uno, y con un solo ojo ubicado al centro de la frente. Además -como si fuera poco- con un artefacto ubicado en la cabeza que irradiaba pequeñas luces de los más variados colores”, dice Crónica Matutina y de un modo muy parecido Clarín, que no desaprovecha el espacio para la ironía: “los vecinos recordaron que Carnaval cae este año en marzo, y que, entonces, los aparecidos no podían haberse escapado de un corso cercano, por lo que resolvieron alejarse a la carrera”.

“Los marcianos -continúa Crónica- , que ya se habían introducido en una pequeña finca del lugar ante la expectación y estupor de los vecinos de la zona, intentaron capturar a uno de los terráqueos. Propósito que no pudo llevarse a cabo ante la firme actitud del conjunto vecinal, por lo que los extraños visitantes optaron por la retirada. Luego de regresar en la nave aeroespacial -coinciden estas últimas fuentes- desaparecieron del lugar en contados segundos, rumbo al infinito”.

La investigación

El episodio de Torrent se inscribe -como la mayoría de los encuentros de esa década- entre los más popularmente conocidos. Esto quizá se deba al modo en que irrumpe el fenómeno en Sudamérica y a la atención que le brindan los ufólogos europeos a la producción local. Aún así, la reacción de los potenciales encuestadores de ese tiempo ha estado ceñida, una vez más, a una pobre indagación -sin llegar al lugar ni a los testigos- y sí, en cambio, a una prolífica difusión del episodio (vs.: “Banchs Case Referentes”, de Richard W. Heiden). Tal esta­do de cosas, nos impulsó a llevar adelante la presente investigación.

Efectivamente, tras una exploración preliminar, el sondeo nos condujo en 1992 a Torrent, habida cuenta de los datos paupérrimos, confusos y contradictorios que disponíamos hasta esa fecha.

Torrent es un pequeño poblado de vida rural que pertenece al Partido de Gral. Al­vear, al este de la Provincia de Corrientes. Se halla a unos 50 Km. al sudoeste de la localidad de Santo Tomé, y puede accederse a través del ferrocarril, de un único tren de pasajeros que llega diariamente a la antigua estación Juan E. Torrent (FCGU.), o bien, recorriendo unos 10 Km. por camino de tierra desde la ruta nacional 14, que corre paralela al río Uruguay.

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Lugar de los acontecimientos.

Ingresando por ese camino polvoriento desde la ruta, a unos 3,5 Km. se llega al campo de los Souriau, un predio de unas 100 Ha que pertenece en la actualidad a unos entrerrianos. Su aspecto permanece casi inalterable: su mayor extensión está cubierta de árboles, aunque dejando ver desde su entrada la vivienda donde se habrían refugiado los testigos, a unos 150 m de aquella. A una distancia equivalente, o ligeramente superior, hacia el sud-sudeste transponiendo cierta espesura boscosa se halla una tape­ra, en torno a la cual se habrían estado moviendo los bichos o marcianos, como se los llamó. Frente a la ruinosa construcción de madera, a unos 100-150 m más al sur se encuentra la orilla de una enorme laguna utilizada para riego y cultivo de arroz.

Este es el escenario, el marco geográ­fico donde se desarrolló la fantasmagórica historia. La misma que ha venido a engrosar el rico repertorio de los fenómenos inusuales en la Argentina y que recorrieron el mundo.

Las encuestas

Hace años que la familia Souriau dejó de vivir en Torrent. De modo que debimos localizar al mayor de los hermanos, uno de los principales protagonistas, en Santo Tomé. Allí Luis Héctor Lucho Souriau reside y trabaja en una carnicería de su propiedad cercana a la terminal de ómnibus. Con sorpresa y algo dubitativo ante el motivo de nuestra presencia, accede por primera vez a ser encuestado en relación al episodio de Torrent. Caviloso, inicia el diálogo afirmando tibiamente que “esa noche no estaba ahí”, pero a medida en que transcurría nuestra conversación parecía adquirir cierta confianza y concluye reconociendo haber sido testigo de aquel evento: “La verdad, verdad: la mentira, mentira”, nos dice.

“Fue un gran susto. No estoy seguro de lo que en realidad se vio, pero algo se vio. Fue por la noche, pongámosle… media noche, porque a esas horas es cuando se cazan tatúes. Éramos jóvenes, yo tenía 24 años y mi hermano menor, Mario Alejandro, unos 6 o 7 años… él tuvo mucho susto. Se hallaban también 4 o 5 peones, cuyos nombres no recuerdo, estaban ahí ocasionalmente: gente crédula, supersticiosa, sugestionable. Sí recuerdo que uno de ellos, especialmente, quedó muy impresionado y habrá hablado allá en el pueblo. Lo mismo le habría ocurrido a mi otro hermano, Carlos (de 17 años), porque es el que siguió, a pesar de que no estaba".

“Me encontraba cazando tatúes, cuando de pronto veo unos bultos bajitos, de un metro o poco más, con cabeza grande y una luz en la cabeza. Se hallaban a unos 30, 50 o 100 m, 100 metros, aunque no podía determinarlo, porque en el campo y de no­che podría ser cualquier distancia. Sale un peón que alerta a los demás (que estaban en la casa), y todos ven esos bultos, eran varios enanos, no podría precisar cuántos. Los peones se meten dentro de la casa, vuelven a salir, vuelven a verlos y se meten en la casa y nada más".

“No se vieron platos voladores. Tampoco se registraron huellas, nada quemado. No es cierto eso del machete del peón, (NdR: según una de las versiones, un peón quiso atropellarles a machetazos, quedando con el brazo paralizado); tal vez empleó esa expresión, pero nada más. Esa versión es demasiado florida… Es un cuento al que le pusieron letra, y hubo quien le puso música".

“La observación habrá durado 2, 3 o quizá 5 minutos. Tiempo en que vimos esos bultos bajitos moviéndose en la oscuridad. Fue mucho menos espectacular de lo que se publicó. Mi hermano Mario Alejandro era muy chico como para recordar lo sucedido, y mis hermanos Juan Pablo y Carlos, así como mi padre, Pablo, no estaban presentes. Ellos se hallaban en otro campo de su propiedad. En cuanto a los peones, se trataba de gen­te de paso o vecinos, mayores, que se han ido y otros han muerto. Pero les repito: esto es lo que ha ocurrido. Ahora, quizá mi hermano Carlos recuerde algo más, ya que parece que él siguió con la cuestión, pero vive en Posadas (Provincia de Misiones)”.

Y nos fuimos a Posadas, a continuar la investigación. Allí localizamos a Carlos Souriau, dueño de un depósito de verduras y hortalizas. Un hombre amable, distendido, que gusta alternar sus horas de trabajo junto a sus amigos y su guitarra.

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Carlos Souriau expone su testimonio ante el doctor Roberto Banchs.

Bien dispuesto a la entrevista, afirma: “Yo no estuve presente ahí, pero mi hermano mayor me contó de eso a los 4 o 5 días, o tal vez más; me hallaba en otro campo a 15 Km., entrando para Torrent. Recuerdo haberme comentado que vio luces de varios colores, eso sí, pero que bajaban o cosa así, no. Como en esa época estaba ese furor de los platos voladores, entonces acá se imaginan… De que vieron luces, vieron; ahora, de que había un aparato, ¡puede ser cualquier cosa! El episodio se recordó durante algunos años, y después quedó sin efecto, porque aparecían por todos lados, y quedó como uno más. Ya fue común ver esas cosas".

“Si acá hay que hacer un relato claro y sencillo, es que se vieron luces, tras las cuales advirtieron a esos seres, que primero se creyó eran bajos y luego resultaron altos, porque si alguien está en el campo y ve unas luces, no sabe si están a 100, 200 o 500 metros. Se les veía una sola luz, como si estuviese en el centro, en medio de la frente. Pero si usted mira una luz por la noche, no sabe si es alta, baja o qué y usted se acerca y va cambiando. Pudo haber tenido luces en medio de la cintura, como haberlas tenido arriba, y cambian; de ahí se estimó la altura que tendría esta gente, por las luces, pero el campo engaña…"

“Todo por acá hay árboles, todo en esta zona los hay. Y bueno, por acá habrán andado ellos, y pudieron entrar a esa vivienda abandonada, que es una tapera con rancho que estaba deshabitada (NdR: la tapera se encuentra a unos 150-200 m de la vivienda); puede que esa haya sido la impresión que tuvieron, al menos es lo que contaron los peones y mi hermano, quienes en esos momentos andaban cazando tatúes, recorriendo el campo. Puede ser, porque del fondo, cerca de la tapera -una casa vacía-, de ahí salían esas luces, en esa dirección. Lo que pasa es que en el campo usted mira y cree ver una luz de noche a 100 m, pero puede estar a 300 m. La precisión cuando hay mucha oscuridad -como esa noche- no se puede alcanzar. Pudo haber una mala interpretación de que entraron a la casa donde estaba la gente (NdR: ahora se refiere a los testigos), pero lo que recuerdo es que todo ocurrió a distancia. No ocurrió ahí en la casa donde estaban las personas, sino que las luces se veían de lejos".

“Y bueno, dijeron que la luz era fuerte, por ahí vieron. Porque quien sabe, hay mucha gente en el campo, y ahí en el fondo… ¿qué la luz entró por la paredes? (NdR: indicándole una versión periodística), la tapera tiene tablas, que a veces no las tiene juntas y se ve la claridad. Hasta la claridad de la Luna se ve, de noche. O un auto que viene y enfoca, parece que está dentro de la casa, y en realidad es la claridad que entra en la casa".

En relación a la presunta tentativa de los testigos por repeler la invasión con sus armas, Carlos Souriau manifiesta: “De eso no me acuerdo tanto, pero si alguna vez lo he dicho, es porque he repetido lo que en esa ocasión me han contado. En cuanto a la carabina, ¡del susto habrá quedado trabada!, o creyó que cargó el arma y no cargó nada, y apretó el gatillo de la escopeta o carabina y no salió nada porque simplemen­te no estaba cargada, por el susto”, especula Carlos. “Muchas veces uno cree que hace las cosas como corresponde, y no lo hace”, reflexiona. Refiriéndose al propósito de un peón por “atropellarles a machete”, vuelve a coincidir con su hermano Luis Héctor: “Eso es algo que habría dicho algún peón a modo de decir. Es gente capaz de enfrentarse con algo que conocen, un animal suelto o algo así, pero si no lo conocen van a salir corriendo. Si hoy en día ven un ala delta, es posible que la confundan con un pá­jaro grande, y como lo desconocen, se asusten y no lo enfrenten".

“Los peones eran personas mayores, que ya no están. Era un grupo. En el campo se reúne por la noche, a veces vienen vecinos… En esa oportunidad se encontraban mi hermano mayor Luis y el menor, Mario Alejandro. Este último se habrá pegado un gran sus­to, aunque el recuerdo lo tendrá más apagado. También uno de esos peones había queda­do con mucho miedo, y haya ido a otro campo, quizá del vecino, por ahí".

“La observación duró un instante, uno o dos minutos. Más no puede ser. Fue una cosa rápida, de acuerdo a lo que me han contado. Por eso le digo: yo no estaba presente allí, pero como era una opinión colectiva, de buena fuente -porque viene de mi hermano y de toda esa gente que vio-, la tomo como verdadera, como cierta. Muy distinto es el caso de una sola persona que vio un plato volador, unOVNI, que bajó y no se sabe del estado psicofísico, anímico, cómo está… pienso yo".

“La cosa fue muy sencilla, según me contaron. El relato de R. Flores es demasiado floreado (NdR: florido). Quizá alguna persona habló conmigo y le pasó los datos, le dio mi nombre; no recuerdo haber hablado con él. No se cómo trascendió el asunto… habrán ido al pueblo y comentado a un corresponsal del diario -se interroga Carlos-, pero nunca he visto la publicación, sólo me enteré por rumores. Porque antes no se acostumbraba a leer los diarios. Llegaba muy poco por ahí; el diario llegaba un día atrasado. Y la gente del pueblo es muy distinta a la de ciudad”. Hablando con pausa y sosteniendo ahora una serie de recortes de prensa que le exhibimos, agrega: “Acá cambia mucho el asunto, en estos escritos, hay palabras que son fruto de los escritores. Na­die vio platos voladores, o algo volando; eran luces bajas tipo faritos lo que vieron; roce con esta gente no hubo, con las supuestas personas o seres. No hubo roce, no hu­bo nada (NdR: la versión de Rialto Flores, corresponsal de la CODOVNI en Corrientes, le atribuye a Carlos Souriau tales declaraciones). Tampoco escuché hablar de que un peón haya sufrido quemaduras, porque la luz se veía a lo lejos. Todo ocurrió a distancia”.

Consideraciones finales

La espectacularidad de los relatos iniciales, aun contradictorios, despertaron durante años la curiosidad de los ufófilos, creyendo encontrar en ellos una prueba más de la postrera realidad del fenómeno. Sin embargo, esta investigación ha permitido poner nuevamente en jaque a los opositores de las encuestas de casos antiguos, para demostrar -al menos- la necesidad de practicarlas con el fin de evitar que se continúen promulgando tantas estupideces con viso de realidad. Es que sólo quienes tratan con ligereza o con oscuros propósitos pueden considerar inmerecida la investigación y reinvestigación de tales eventos, y en particular, aquellos de alta extra­ñeza. Sólo los mediocres y alucinados pueden pretender evitar correr el velo al misterio, como si fuere la profanación de una cosa sagrada, postulando su irrelevancia en el tratamiento del problema y relativizando su validez por el paso del tiempo. Ese mismo tiempo que fortalece los mitos, en ausencia de una investigación racional y direc­ta en el lugar donde se habrían producido los hechos, o sembrado una fábula.

El episodio de Torrent nos alerta, también, acerca del manejo poco estricto de la información y del modo en que se propalan los rumores. Justamente, a partir de la percepción de unas luces y bultos a distancia, y del comentario que de ellos se hicieron en un apartado pueblo rural, y de los cuales abrevó un diario de la región. Sin cerciorarse o acreditar los dichos. Logrado el asombro de aquellos lectores, los retoños irían a extenderse por el mundo.

¿Qué es lo que vieron los hermanos Souriau, y los peones? Acaso podría especularse en seres galácticos, o en cazadores furtivos… Pero son tan pobres los datos regis­trados por los testigos, que apenas puede suponerse lo que describen: bultos, y luces inciertas a la distancia, en la espesura boscosa que rodea una laguna. En el interior de la casa, unas asustadas personas sabidas que -por aquella época- los platos voladores aparecían por todas partes.

En cuanto a la fecha en que se produjo la observación, los Souriau no han podido precisarla. Sin embargo, el único indicio posible -sujetos a una duda razonable-, la hallamos en El Territorio, de Posadas, Mis., del 31 de enero de 1965 (el primer medio que difundió la noticia), cuando señala que “era una noche oscura, sin luna”. De ser así, la fecha inmediata anterior a la publicación “sin luna” (Luna Nueva), está com­prendida entre el viernes 1 y el sábado 2 de enero de 1965. Esta fase lunar abarcó el primer día del año, y mitad del segundo día.

Un breve comentario sobre los Souriau. La poca grata sorpresa de Héctor al ser descubierto como testigo y la renuencia inicial por comentar su experiencia de joven, mostrando solapadamente cierto enojo con su hermano Carlos por la infidencia cometida en aquella época, habla a las claras de su intento de evitar toda publicidad. Respecto a Carlos, su carácter comunicativo no impide la prudencia y su actitud desmistificadora. Aún cuando dice: “(A la observación) la tomo como verdadera, como cierta”. Más allá de lo que haya sido.­

Referencias

(1) Ribera, Antonio. Platillos volantes en lberoamérica y España. Pomaire, Barcelona, 1968, ps. 142/143; citando a El Territorio, Posadas, 31 enero 1965.

(2) Creighton, Gordon W. en: The Humanoids (Charles Bowen, ed.). Neville Spearman, London, 1969, ps. 109/110; citando a Crónica Matutina, 10 febrero 1965.

(3) Clarín, Buenos Aires, 14 febrero 1965.

(4) CODOVNI (Comisión Observadora de Objetos Voladores No Identificados). Bue­nos Aires. “Informaciones auténticas sobre platos voladores en la República Argentina”, 1965, ps. 1-2.

(5) Crónica, Matutina, Buenos Aires, l0 febrero 1965.

BANCHS CASE REFERENCES 
by Richard W. Heiden 
33. (Late Jan., 1965, Torrent, near Santo, Tomé) (the references for each version of case are listed separately) (late Jan,: grabbed witness: skin disease: gun failed)

-Posadas El Territorio, Jan, 31,1965, Translated in Le Courrier Interplanétaire (Ferney-Voltaire, Ain, France) n° 71, 2nd quarter of 1965, p. 2.

-C.O.D.O.V.N.I. (Buenos Aires UFO group) report for 1965. pp, 1-2. Quoted 10 Antonio Ribera, Platillos Volantes en Iberoamérica y España, Editorial Pomaire, Barcelona, Spain. 1968, pp, 141-142: and summarized in Flying Saucer Digest (Cleveland, Ohio) n° 6, sumer 1968, p, 9, The latter js in turn reprinted in Allan J. Manak, ed.. The Best of Flying Saucer Digest, United Aerial Phenomena Agency, Cleveland, Ohio, 1969, pp. 13-14.

-Saucer News (Fort Lee, N.J.) 12:3 (n° 61), Sep. 1965, p. 24, citing unspecified press, Cited in Saga’s Special UFO Report (Brooklyn, N,Y,), vol. III, 1972, pp. 22-23, and in Saga’s 1975 UFO Annual (Brooklyn, N.Y.) 1:1, p. 28.

-Cuarta Dimensión (Buenos Aires) n° 65, (July 1979), p, 60. Reprinted in La Mejor Selección de Cuarta Dimensión n° 2, Oct, 1983, p, 67.

34. Torrent (Souriou error for Souriau): hide inside: light comes in) (this is a new footnote, not in original book)

C.O.D.O.V.N.I. report for 1965, p, 2, citing Rialto Flores of Corrientes. Quoted in Antonio Ribera, Platillos Volantes en Iberoamérica y España, pp. 142-143, and sumarized in Flying Saucer Digest (Cleveland, Ohio) no. 6. summer 1968, p, 9, and Allan J, Manak, ed., The Best of Flying Saucer Digest. p. 14.

-Oscar Uriondo, Los Aterrizajes de Ovni en la Argentina, p. 51, citing Ribera.

-Héctor P. Anganuzzi, Historia de los Platos Voladores en la Argentina. pp. 185-186.

-Saucer News (Fort Lee, N.J.) 12:3 (no. 61), Sep. 1965, p, 24, citing unspecified press. Cited in Saga’s 1975 UFO Annual (Brooklyn, N.Y.) 1:1, p, 28.

-Cuarta Dimensión {Buenos Aires) n° 65, (July 1979), p. 60. Reprinted in La Mejor Selección de Cuarta Dimensión n° 2, Oct, 1983, p. 61.

-Henry Durrant, Les Dossiers des O.V.N.I., Editions Robert Laffont, Paris, 1973, pp. 132.

-Roberto Banchs, personal investigation, Sep. 1992.

-J. G. Dohmen, A Identifier et le Cas Adamski. Editions Travox, Biarritz, France, 2972. p. 78 (only a passing reference, far the light-through-the-wall effect).

35. Torrent (1st week of Feb: 5 one-eyed beings tried to kidnap man, but they fled the other witnesses) this footnote was originally no. 34: the old n° 35 (Clarín Feb 14. 1965) is now in the text)

-Rodrigo de Riana’s report via the Saporiti news agency, in the Buenos Aires Crónica (morning edition). Feb, 10, 1965, p. 6. Cited in Charles Bowen, ed., The Humanoids, Neville Spearman, London; 1969; Henry Regnery Company, Chicago, Ill., 1969 (the chapter by Gordon W, Creighton), pp, 109-110 of both editions, Also cited in Antonio Las Heras, Informe Sobre los Visitantes Extraterrestres y sus naves voladoras, Rodolfo Alonso Editor, Buenos Aires, 1974, pp. 95-96. And cited in the bulletin of the CORBE group (Bahía Blanca) n° 1. Feb. 1973, p, 17.

-Strange Magazine (Rockville, Md.) n° 9, spring-sumer 1992, p. 35, citing Crónica, Feb. 10, 1965.

-Thomas E. Bullard, UFO abductions: The Measure of a Mystery, case 263 – passim, especially pp. C-234 to C-235. Cites Bowen.

-Jacques Vallee, Passport to Magonia, p. 305 (case 636). Cites Bowen.

-John A Keel. Strange Creatures From Time and Space, Fawcett Publications, Inc, (A Fawcett Gold Medal Book), Greenwich, Conn., 1970, p. 144 (the Spearman hardcover edition published in England has the same pagination as the Fawcett paperback); edition retitled as Strange Mutants, Global Communications, (New York), 1984, p, 45. Cites Bowen.

-Strange Magazine (Rockville, Md.) n° 10, fall-winter 1992, p, 52 (in article by Keel, citing de Riana via Bowen).

-Felipe Machado Carrion, Discos Voadores Imprevisiveis e Conturbadores, p. 139 (ref. La Cronica [sic] Matutina 10 Feb 65, probably via Bowen).

-Brad Steiger, Alien Meetings. Ace Books, New York. 1978. pp. 157-158 (errors; no reference).

-Phénomènes Spatiaux n° 4 (per J. Pereira).

-Phénomènes Spatiaux n° 11. March 1967 (per Dohmen (see ref, 34), J. Pereira, and the supplement to Vanquelef’s book that she sent me 3 June 1986).

-G.A.B.R.I.E.L., Les Soucoupes Volantes: ¿Le Grand Refus?, Michel Moutout Editeur, Régusse, Var, France, 1978. p. 83 (the scant details here could agree with any version: but dates it 4 Feb. 1965).

-Jader U. Pereira, Les “Extra-Terrestres”, 2nd special issue of Phénomènes Spatiaux, Paris. 1914, case 141 (dates it 1 Feb.), citing CODOVNI 1965: El Territorio Jan. 31 [sic--inconsistent with the date Pereira gives the case!]; Carrion p. 139; Ribera PV en IyE, p. 141: Vallee, Passport to Magonia, p. 305; and Phénomènes Spatiaux n° 4 and 11.

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