domingo, 17 de marzo de 2013

Olavarría, Buenos Aires: A los tiros contra un OVNI (19 de julio de 1968)
por Dr Roberto Banchs (CEFAI)
Crédito: Visión OVNI

 

En julio de 1968 Olavarría fue conmovida por una serie de raras experiencias en torno a la aparición de OVNIs. Todo comenzó el martes 2 cuando Oscar H. Iriart denunció que una nave espacial había aterrizado en el campo de sus padres, y que sus ocupantes se pusieron en contacto con él, dejándole un mensaje escrito. El domingo 14 fue en Crotto donde Oscar D’Onofrio y Sixto Romero testimoniaron haber visto un OVNI asentado en tierra, asegurando el primero que junto al fulgurante objeto se encontraban dos extra­ños seres. Mientras tanto, la observación de curiosidades en el cielo fue tornándose en un hecho habitual. Aún cuando hubo quienes se negaban a cumplir con sus tareas específicas, o evitaban el tránsito por la noche para “no arriesgarse”.

De pronto, cuando parecía que esa localidad continuaba siendo destinada a criar ganado y producir cemento, nuevamente el comentario tomó la calle con una versión, que de inmediato fue desmentida por las autoridades, pero que por largos años dio mucho de hablar. Según la misma, el viernes 19 de julio de 1968, “un plato volador con tres tripulantes habría aterrizado en la guarnición militar local y se habría abierto fuego contra ellos”, de acuerdo al encabezamiento de la primera noticia, publicada por el diario olavarriense El Popular (l), cuyo texto pasamos a reproducir:

“En las últimas horas de la tarde de ayer (viernes 19), uno de nuestros cronistas fue llamado por una persona de su amistad -merecedora de su mayor confianza- quien le comunicó una versión que poseía por trascendidos de la guarnición militar local, según la cual habría tenido lugar en la misma un hecho que revestiría singular importancia: la aparición en las inmediaciones o dentro de ese ámbito de un plato volador tripulado por tres extraños seres. De acuerdo a la misma versión, el personal -testigo de esa aparición- alcanzó a disparar sus armas contra dichos individuos, sin haber logrado, por razones desconocidas, que los proyectiles hicieran efecto en los mismos".

“Anoche, El Popular intentó obtener una información oficial sobre el suceso por parte de las autoridades militares locales, con la finalidad de obtener una confirmación o desmentida al respecto. Al no haber sido posible encontrar a las personas que se intentó entrevistar, damos a conocer a renglón seguido una versión más amplia del asunto, de acuerdo con lo que hemos podido reconstruir a través de diversos relatos que en forma directa o indirecta nos hicieron personas que nos merecen fe”.

La versión

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Nota publicada por el diario olavarriense El Popular.
“El suceso habría ocurrido alrededor de la 1,30 o las 2 de la madrugada de ayer, en momentos en que se iba a proceder al relevo de la guardia por parte de un cabo cuyo nombre nos reservamos”, continúa El Popular. “El mismo, poco antes de proceder a esa formalidad habría avistado una luz extraña cerca del cuartel, por lo cual solicitó permiso para efectuar una recorrida, obteniendo compañía de otros cuatro -hay quienes dicen que fueron tres y otros, dos- soldados, todos armados con ametralladoras de mano".­

“Como el objeto, al parecer habría sido avistado por el suboficial en las cerca­nías del arroyo Tapalqué, que pasa por la parte posterior de la zona militar citada, hacia ese lugar se dirigió la patrulla. Habría sido entonces cuando, detrás de ella, habría vuelto a aparecer la luz, que al darse vuelta sus integrantes les permitió ver al objeto posado sobre la pista de aterrizaje para aviones".

“Al lado del objeto, que despedía -siempre según nuestros informantes- una fuerte luminosidad, estaban parados tres extraños seres que hicieron ademán de avanzar hacia la fuerza militar".

“El cabo fue el único que tuvo tiempo de aprestar su arma y efectuar de inmediato una ráfaga con la misma, que habría alcanzado a disparar cuatro o cinco tiros. Pero el efecto en los tripulantes al parecer fue nulo: los disparos no causaron en ellos daño de ninguna clase".

“Luego, mientras los desconocidos personajes mantuvieron bajo su mirada al cabo y a los soldados, todos éstos se sintieron paralizados por completo, y fueron ya incapa­ces de utilizar sus armas. Por último, los tripulantes del desconocido aparato, subie­ron en el mismo y en medio de una gran luz éste se alejó en forma vertiginosa y fue entonces cuando los soldados y su superior pudieron recuperar sus facultades físicas".

“Otro dato que cabe mencionar, siempre de acuerdo con nuestros informes, es que durante el día de ayer tanto el suboficial como los soldados habrían tenido la vista sumamente irritada, detalle éste que coincide con otros casos supuestamente ocurridos en nuestro medio de parecidas características".

“Reiteramos que ésta es una información obtenida en forma extraoficial, ya que no fue posible a nuestros cronistas, dada la jurisdicción en que habría ocurrido el fantástico suceso, hablar con ninguno de sus protagonistas”, concluye el diario.

Primeras repercusiones

Mayor Julio César Cattani
Al día siguiente de la publicación, El Popular vuelve a tratar el tema (2). En esta oportunidad señala: “La información, trascendida de fuentes extraoficiales por cuanto oficialmente no fue posible localizar al jefe del C-2, ni al jefe del Escuadrón de Ingenieros -ambos ausentes de la ciudad- como así tampoco al segundo jefe del Regimiento, tuvo una rotunda desmentida por parte de este último, mayor Julio César Cattani".

“El mencionado oficial informó ayer telefónicamente a El Popular que la versión publicada era totalmente falsa, que la misma carece de asidero y, finalmente, que no sucedió absolutamente nada".

“Otras versiones: Ante la desmentida oficial y frente al incremento de las versio­nes sobre el presunto insólito suceso que se habría producido en el Regimiento local, debemos agregar que, por nuestra parte, hemos tratado de ampliar la información sobre el particular y, al respecto, se nos han formulado nuevas declaraciones que certificarían lo ya adelantado en nuestra edición anterior y, a la vez, las ampliarían con nue­vos detalles que señalan que con este motivo se habrían producido algunas detenciones en la guarnición militar local".

“Reiteramos que la información suministrada ayer, como la de la fecha, en, lo que se refiere a los nuevos detalles sobre lo ocurrido, sólo tienen carácter de versión y como tal la suministramos”. 

Otras indagaciones periodísticas

Repercusión del caso en el extranjero.
En su edición del 27 de julio, el diario porteño La Razón (3) advierte que al no existir una información oficial que aclare lo ocurrido, son numerosas las versiones que se han propalado en torno al espectacular suceso ocurrido en Olavarría, y del cual fueron protagonistas “un cabo del Ejército y algunos soldados, y no un policía, como se dijera en los primeros momentos”. Aunque en rigor, fue este vespertino quien difundió la errónea versión (4), ahora rectificada. Indica además que la conformación física de los ocupantes difiere en las narraciones: para unos eran altos y rubios, y para otros, se trataba de seres casi deformes, de gran tórax, que “caminaban balanceándose como monos”. Y agrega otro detalle: “el cabo principal Menéndez hizo una ráfaga con su ametralladora y a pesar de estar a poco más de 10 metros del extraño grupo no acertó con sus proyectiles. O éstos no hicieron daño a los desconocidos. También la versión (n: reco­gida por el mismo medio) dice que los soldados trataron de gatillar sus armas, pero éstas se trabaron misteriosamente”.

Por su parte, la revista Gente y la Actualidad (5) hizo otra tentativa por descorrer el largo velo de silencio impuesto por las autoridades militares, logrando conversar con un suboficial -el que por obvias razones se reserva su nombre-, quien afirmó haber visto “la luz”, pero no haber integrado la patrulla y que conocía los hechos a través de lo que habían contado quienes vivieron la experiencia, el cabo Menéndez y los soldados Flores y Hernández (n: no se citó sus nombres de pila), del Regimiento 2 de Tiradores de Caballería Blindada “General Paz”, de guardia en la unidad. Ellos habrían sido trasladados a la Escuela de Suboficiales en Campo de Mayo, donde estarían unos días bajo observación.

Sin disponer de suficiente información, a principios de 1988 fuimos a Olavarría en búsqueda de mayores datos, los cuales -confiábamos- irían de iniciarse en el diario local. La ausencia de su director, en éste, frustró nuestro propósito ante el posible recelo o desidia de quienes lo reemplazaban en esos momentos, motivo por el que debimos posponer dicha tentativa. Le siguió un llamado telefónico y la invitación de uno de los jefes de Redacción, Ernesto Ducuing, para que concurriéramos al diario a fin de brindamos la colaboración requerida. Hecho que no fue necesario en virtud de la gentileza del director, Julio Mario Pagano, quien el 2 de marzo de 1988 nos remitiera una extensa carta, de la que extraemos lo siguiente:


Luis Máximo Premoli.
“En el caso sucedido en terrenos de jurisdicción militar (un amplio predio ocupado a escasos 2,5 Km. del centro de la ciudad, entre el camino vecinal que une a la locali­dad de Sierra Chica y el arroyo Tapalqué), las autoridades militares de aquel entonces (el jefe del Regimiento 2 de Caballería de Tanques Blindados 2 “Lanceros Gral. Paz”, era el teniente coronel Luis Máximo Premoli y el jefe del Escuadrón de Ingenieros Blindados I, era el mayor Tatavito) se negaron terminantemente a suministrar detalles so­bre lo acontecido, escudándose en el secreto militar. No obstante eso, pudo saberse (en ese entonces un fotógrafo de El Popular, Miguel Ángel Di Guilmi (h) estaba cumpliendo con el servicio militar en la citada guarnición) que algo raro sucedió. Y tanto fue así que se instruyó un sumario, también con carácter secreto donde constarían las declaraciones de los soldados que abrieron fuego contra algo desconocido. Y -según esos testimonios- ese algo (presumiblemente un ser con traje muy luminoso) lo­gró paralizar al cabo y a los dos o tres soldados que intentaban disparar sus ametralladoras livianas contra el extraño ser".

Tal como usted podrá enterarse leyendo las crónicas respectivas, los oficiales de mayor graduación evitaron la requisitoria periodística y hasta el segundo jefe (mayor Julio César Cattani) intentó desmentir nuestra información con un comunicado. Dicho comunicado, que fue publicado por El Popular el 22 de julio de 1968 (6), en una nota que lleva sello del Ejército Argentino -C. 2-, pero sin firma, expresa lo siguiente:

“Con relación a los hechos supuestamente ocurridos en jurisdicción de Guarnición Militar Olavarría, cuyas versiones fueron publicadas por órganos periodísticos de la localidad, el Jefe de la Guarnición Militar Olavarría comunica a la opinión pública: l°) Que la autoridad militar a cargo de la Guarnición en ausencia de su jefe natural en ningún momento tuvo conocimiento de la requisitoria periodística a que se hace alusión en un matutino; 2°) Que los hechos mencionados han sido objeto de la investiga­ción correspondiente sin que exista el más mínimo indicio que hagan verosímiles las versiones publicadas respecto de un OVNI y seres extraterrestres; 3°) Que esta Guarnición militar, acorde con su conducta habitual, mantendrá informada a la opinión públi­ca de todo asunto de interés rechazando la difusión de versiones alarmistas que aten­ten contra la tranquilidad de la población y la seriedad del Ejército".

Al final de dicha nota El Popular agregaba la siguiente Nota de Redacción: "El matutino que alude el comunicado en el apartado l° es evidente, El Popular. Podrá ser exacto que la autoridad militar no tuvo conocimiento de la requisitoria periodística; pero es absolutamente cierto que tal requisitoria existió, aunque -como se dejó aclarado en la información aludida- los principales jefes de la Guarnición no fueron localizados por el cronista -como se explica más abajo-".

“Como cuadraba en una emergencia como la relatada se procuró obtener una versión oficial y directa, lo que no pudo lograrse, por lo que recurrimos a la versión extrao­ficial: la obligación informativa así lo aconsejaba".

“En cuanto a los seres extraterrestres, en la información de El Popular no se habló de tal cosa: simplemente, la versión -redactada en forma condicional- aludía a extraños seres".

Vista desde el Arroyo Tapalqué hacia los fondos de la guarnición militar, exactamente donde se habría producido el estruendoso encuentro.
“Queremos aclarar expresamente que, al tomar conocimiento de la versión, el cronista -en la noche del viernes- recibió instrucciones de entrevistar a las autoridades militares para obtener una información directa y responsable del presunto suceso. En forma telefónica, el cronista pidió comunicación al Regimiento con el mayor Cattani, informándosele que no se encontraba presente. Concurrió luego al domicilio del citado oficial, donde el llamado personal no fue atendido, presumiendo el cronista que los o­cupantes de la finca habían salido. El periodista se trasladó entonces al domicilio del mayor Tatavito, cuya esposa le informó que el citado oficial se había ausentado de la ciudad. El sábado 20, el mismo cronista, Sr. Albano Luayza, concurrió en la mañana a la guarnición, donde tampoco encontró al mayor Cattani; fue atendido por el subteniente Leloir. Concurrió luego al domicilio del mayor Cattani, donde dos jovencitos le informaron que el nombrado jefe se encontraba ausente: el señor Luayza solicitó se le hiciera saber cuando regresara, que en nombre de El Popular había estado en su búsqueda. Queda establecido, en consecuencia, que la requisitoria existió, aunque la autoridad militar no haya sido, en definitiva, informada de ello".

“Por lo demás -con referencia al punto 3° del comunicado-, no advertimos por qué la publicación de una información sobre hechos producidos o presuntamente registrados en terrenos comprendidos en jurisdicción militar, como es el referido por el diario, pueda atentar contra la tranquilidad de la población y la seriedad del Ejército".

“Espero, doctor Banchs, que esas crónicas puedan servirle como antecedente de hechos ocurridos en Olavarría en 1968”.

Vista desde el Arroyo Tapalqué hacia los fondos de la guarnición militar, exactamente donde se habría producido el estruendoso encuentro.

Y en efecto, en 1980 (7) habíamos señalado que el comunicado debió expresarse en estos términos: l°) Que la autoridad a cargo de la Guarnición no tuvo conocimiento personal de la requisitoria periodística; 2°) Que no existen indicios que se trate de un OVNI y seres extraterrestres; y 3°) Que esta Guarnición rechazará la difusión de he­chos alarmantes que considere atentan contra la tranquilidad de la población.

Los fundamentos del comunicado guardan curiosa relación con el emanado de la Policía de Mendoza (8), el 5 de septiembre de 1968, llegando a ser publicado incluso por el New York Times. El insólito comunicado de prensa[1], advertía:

“Con motivo de varias denuncias que últimamente se han producido en esta provincia y que han tenido amplia resonancia en los órganos de la prensa escrita, oral y televi­siva, relacionadas con la supuesta aparición de OVNIs y de seres de apariencia extraña (…) la Policía de la Provincia previene a la población sobre estos hechos tendientes a alterar la tranquilidad pública e invita a la serenidad, justeza y mesura en la apreciación y divulgación de tal tipo de noticias. Asimismo, recuerda que el Código Penal sanciona con pena de prisión a quienes infundieren indebidamente un temor público, por lo que se procederá a instaurar los correspondientes procesos a las personas cuya con­ducta encuadrase dentro de la citada disposición legal”.

Prosigue la investigación

A continuación tratamos de localizar a Miguel Ángel Di Guilmi (h), joven fotógrafo de El Popular que estaba cumpliendo el servicio militar y a través de quien se dio a conocer la sensacional noticia. Al preguntársele sobre el episodio en cuestión, respondió: “No sé nada. Yo escuché en rueda del cuartel, de conscriptos, que había sucedido eso, y lo comenté en el diario”. Agregó que hubo descargas (de ametralladoras), pero que no sabía de quién se trataba. Lo comentó en el diario, en su laboratorio de foto­grafía en donde trabajaba junto a su padre, y fue entonces cuando los periodistas empezaron a indagar.

Vista desde el Arroyo Tapalqué hacia los fondos de la guarnición militar, exactamente donde se habría producido el estruendoso encuentro.
Parco en sus comentarios, quedamos en reanudar el diálogo. Hubo un largo silencio. Finalmente, su padre nos comunica que en mayo de 1990 falleció tras una penosa enfermedad a los 41 años.

No alcanzamos a conocer siquiera algo de su personalidad, pero recogimos la impre­sión de Mario Girella, un anciano profesor de electrónica que lo tuvo como alumno después del suceso: “Era muy imaginativo, de pocas palabras, en su modo de hablar, no despierto en intelecto, mediano al menos. No lo creo capaz de hacer historias. Fabulador no, no lo creo. Imaginativo sí”.

A pesar del animado interés que Girella posee por el fenómeno de los OVNIs, respecto al caso tratado, resueltamente nos dice: “La idea popular era que estaban de parran­da, de jarana, que no pasó nada. Nadie vio nada. El comentario es que estarían achispados y dispararon unos tiros”.

Recién en agosto de 1992 tuvimos oportunidad de dialogar con el entonces teniente coronel Luis Máximo Premoli, jefe del Regimiento 2 de Caballería. Sobre el presunto aterrizaje del OVNI en la guarnición militar nos manifestó: “Fue un episodio sin ninguna importancia. No tuvo ningún tipo de comprobación. Fue una cuestión interna. Se había tratado de una confusión con los faroles de noche…”.

Vista desde el Arroyo Tapalqué hacia los fondos de la guarnición militar, exactamente donde se habría producido el estruendoso encuentro.

Esta corta declaración adquiere especial interés. En primer lugar, porque el tiem­po transcurrido ha permitido que la máxima autoridad de esa unidad militar pudiera pronunciarse, sin riesgo de provocar una agitación pública, empezando por dar una larga­mente esperada explicación y rectificar -de algún modo- el polémico comunicado que pa­recía desconocer todo cuanto se había publicado. En segundo lugar, porque la elucidación del Tte. Cnel. Premoli coincide con una apagada interpretación que giraba en aquella época, indicando que se trataba de las luces de la pista de aviación (hoy inexistente); hipótesis que se bandeaba entre la genuina aparición de una nave extraterres­tre y la sistemática negativa oficial rechazando la ocurrencia de algún hecho inaudito.

Una visita más reciente al lugar, en enero de 1993, nos permitió conversar con algunos oficiales y suboficiales jóvenes que por razones obvias nada sabían del episodio y dando muestras de cierto interés histórico, procuraron orientarnos en el acopio de datos, facilitándonos inclusive el acceso y recorrido por las inmediaciones a la guarnición militar.

Consideraciones finales
 
Es posible que nada sepamos de los circunstanciales testigos. O sí. Lo cierto es que el caso parece fundirse entre versiones y conjeturas de la hipersensibilizada po­blación olavarriense. Pruebas de la importancia que había adquirido el problema OVNI, son los informes producidos durante ese mes de julio y de los cuales el periodismo se hizo eco; también, la noticia (que acompañó en las ediciones del 20 y 21 de ese mes las notas sobre el OVNI en la guarnición militar) referida a la creación en Olavarría de “una agrupación de vecinos interesados en el estudio y observación de los denominados OVNIs” (9), que contaba entre sus activos fundadores al propietario de una importante emisora, un periodista, una religiosa y a otros influyentes vecinos.

Imagen de la serie de TV "Los Invasores".
Tanta ha sido la trascendencia de las apariciones en esa zona, que el equipo fílmico que realiza la serie televisiva “Los invasores” (cuyo argumento consiste en la supuesta invasión de alienígenas al planeta Tierra) anunció la decisión de viajar a la Argentina a fin de recoger elementos útiles para sus capítulos, debido a la continuada producción de informes proveniente de este país (10).

Es evidente que el caso que hemos expuesto está teñido por las dos condiciones básicas necesarias para hacer posible la transmisión de un rumor: importancia y ambigüe­dad[2]. Hemos visto que el asunto ha tenido cierta importancia, aunque más no sea por su notoriedad. En cuanto a la ambigüedad, puede ser inducida por la ausencia o parquedad de noticias, o por su naturaleza contradictoria, que tornan al individuo incapaz de aceptar los hechos conforme a las comunicaciones oficiales. Y esto es precisamente lo ocurrido. El presunto secreto militar, junto con la natural confusión que propicia el tema, ayudan a crear una profunda ambigüedad en un problema que nos concierne a todos

No obstante, en el rumor puede haber un meollo de verdad, pero en el curso de la transmisión se lo ha recargado de adornos, obra de la fantasía, que rinden aquella ba­se inicial irreconocible. La verdad acerca de ese meollo, originario, es la siguiente: Por regla general, la mayoría de los rumores parten del relato de un episodio real, esto es, de la experiencia perceptual de un acontecimiento que se la considera de interés para comunicarla a los demás. Luego, el tema central de un rumor es muy renuente al cambio, y podemos creer -según G.W. Allport y L. Postman- en líneas generales, que la versión que nos traen tiene algo que ver con el incidente que pretende referirnos (ll).

Finalmente, estamos de acuerdo en que estos hechos son -en el decir de Premoli- “internos”, en tanto ocurren en jurisdicción militar y con testigos de la propia fuerza, ­ pero en la medida en que los mismos trascienden, y se tornan de dominio público, una declaración no puede sofo­car su existencia.­

Referencias

(1) El Popular, Olavarría, 20 julio, 1968, p. 5.

(2) Ibíd., 21 julio 1968, p. 5.

(3) La Razón, Buenos Aires, 27 julio 1968, p. 2.

(4) Ibíd., 26 julio 1968, p. 1 (recogida de aquí por otras agencias).

(S) Gente y la Actualidad, Buenos Aires, ano 3, n° 158, 1 agosto 1968, ps. 40/41.

(6) El Popular, Olavarría, 22 julio 1968, p. 3.

(7) Banchs, Roberto E., Los OVNIs y sus ocupantes, Tres Tiempos, Buenos Aires, 1980, p.80.

(8) Ibíd., ps. 91/92; New York Times, New York, 8 setiembre 1968.

(9) El Popu1ar, Olavarría, 20 y 21 julio 1968, p. 5; Gente y…, op. cit.; Nueva Era, Tandil, 24 julio 1968; et. al.

(10) La Razón, Buenos Aires, 27 julio 1968; El Popular, Olavarría, 29 julio 1968, p.3.

(11) Allport, Gordon W. y Leo Postman, Psicología del rumor (The Psychology of rumor), Psique, Buenos Aires, 1953, ps. xi, 1/2, 119, 150-154.

[1] A propósito del encuentro con ocupantes ocurrido en Mendoza el 31 de agosto de ese año, en cercanías del Liceo Militar Gral. Espejo, que alcanzó enorme repercusión.

[2] Allport y Postman proponen una fórmula para medir la intensidad del rumor, a saber: R = i x a. La relación entre importancia y ambigüedad es multiplicativa, puesto que con importancia o ambigüedad igual a cero, no hay rumor. A propósito, el rumor -en la acepción que adoptamos del vocablo-, es una proposición específica para creer, que se pasa de persona en persona, por lo general oralmente, sin medios probatorios seguros para demostrarla.

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