martes, 18 de diciembre de 2012

Corrientes
La vuelta al lugar donde fueron observados un OVNI y sus tripulantes, 26 años después

En la localidad de Santa Ana se registró a principios del '86 un testimonio que causó revuelo en la provincia y el país. Rito, que en ese entonces tenía 42 años, declaró que vio una nave y dos de sus tripulantes. Ahora, con 68 años volvió a hablar del tema con los cronistas de El Litoral que cubrieron ese caso. Mantiene las mismas descripciones sobre lo que ocurrió en esa zona del Ingenio Primer Correntino.
por Francisco Villagrán
Fotos: Luis Romero

Rito hoy en su casa de Santa Ana.
Dice el slogan turístico que en Santa Ana de los Guácaras el tiempo no pasa, se detuvo, el visitante parece que estuviera en otro mundo, mucho más atrás, donde el tiempo no pasa y afectivamente, es así. El Litoral fue el primer medio en visitar esta localidad en marzo de 1986, cuando se produjo un espectacular encuentro cercano del tercer tipo, como se lo denomina en la jerga especializada.
Allí el testigo, Rito Melgarejo, que en ese entonces tenía 42 años, había presenciado bien de cerca el descenso de una nave extraterrestre y dos de sus tripulantes, de pequeño tamaño, que causaron conmoción en su momento a nivel nacional. 
Las sinuosas calles de arena, más que cálidas en este incipiente verano, son características de este pueblo turístico, y vieron pasar a muchos medios de orden nacional, queriendo entrevistar a Rito Melgarejo, la figura del momento en ese entonces. Pero nuestro diario tuvo el mérito de haber sido el primero en llegar y el que "removió el avispero".
Hoy decidimos volver, con el mismo testigo, el mismo periodista y fotógrafo, sólo que con el evidente paso de los años para uno y otros. Melgarejo se mantiene lúcido y activo, a los 68 años, solamente canoso y con muy poco cabello, además de usar anteojos, necesarios para alguien de esa edad. "Perdí la visión de un ojo señala el testigo al poco tiempo de haber tenido esta experiencia, pero no sé si tendrá que ver con lo que me sucedió".
Nos dio la impresión que allí el tiempo no había pasado, Melgarejo sigue viviendo en una zona que llaman "El mangal" porque su casa está enclavada en medio de muchos árboles de mango, frondosos y altos, que le dan sombra durante el cálido verano. Todo sigue igual, salvo el tiempo que se quedó encima de Rito y su señora, María Magdalena Palomero, que ratifica todos los dichos de su esposo. Ellos viven allí, felices y contentos, en una zona realmente paradisíaca, sin mayores ambiciones, solo estar sanos y en compañía de sus seres queridos. Realmente para imitar.
En el ‘86 el testigo cuenta el caso a cronistas de El Litoral.
Queríamos comprobar e investigar algunas cosas que en ese momento pasaron inadvertidas u otras posteriores, como la pérdida de la visión de un ojo del testigo. Con satisfacción comprobamos que Melgarejo se mantiene firme y convencido de lo que le pasó esa noche inolvidable para él. Y cotejando el relato que hizo en esa oportunidad, con el que nos hizo ahora, no hay prácticamente diferencias de fondo, se mantiene firme en sus convicciones y hasta hoy sigue afirmando, ya más tranquilo y relajado por el paso del tiempo que, "para mí que me quisieron llevar".
Rito Melgarejo es un característico habitante del campo correntino, trabajador de sol a sol, que mucho tiempo no tenía para leer nada relacionado a los OVNIs ni nada que se le parezca, su vida es el trabajo y su familia y no tenía idea ni por las tapas de la posibilidad de vida extraterrestre ni que sería lo que vio esa noche. Pero después, su vida cambió, comenzó a mirar más el cielo."Hay noches que se las pasa mirando para arriba, el cielo, parece que tiene miedo que lo vengan a buscar otra vez", señala risueña su señora, a lo que también sonriente Melgarejo asiente con picardía.
"En el pueblo hoy todavía me conocen como OVNI" afirma entre risas, "pero no me molesta, yo sé muy bien lo que me pasó, la verdad, fue algo muy raro, que hasta hoy me acuerdo como si fuera ayer. Al principio mucho no me creyeron, pero después, cuando vieron las huellas y que vino mucha gente a investigar, sí me dieron la razón".
"El primero que vio las huellas y me creyó todo fue mi vecino, don Felipe Sosa, que ya falleció, él también vio como luces que se movían en el cielo en esos días", indicó.

Su relato
Lo que le sucedió esa noche del lunes 17 de marzo de 1986, según su propio relato de esa vez, fue lo que sigue: "Había llovido mucho en esos días y había mucha agua en la zona, yo volvía de jugar a las cartas en casa de unos amigos, a eso de la 1 de la madrugada, en medio del campo veo una luz muy potente que baja del cielo, que me iluminó totalmente, tanto que pude ver mi sombra en el piso, se me vino encima y se quedó a unos 10 ó 15 metros parado en el suelo, no sé qué era ese 'avión lento' (manera muy curiosa de referirse al fenómeno) en ese momento me dí cuenta que de allí bajaron dos seres pequeños, del tamaño de un chico de 6 años. Salieron del aparato y me hacían señas, tenían como un uniforme oscuro ajustado al cuerpo.
Melgarejo señala la zona en que vio al OVNI y a dos de sus tripulantes en una imagen publicada en marzo de 1986.
Me quedé 'paralizado', sentía como un calambre y un hormigueo en todo el cuerpo, no podía moverme, uno de ellos me hacía señas como llamándome, con la mano, me hablaban en un idioma que yo no entendía, no era castellano, parecía como una radio descompuesta. Yo les dije que no entendía nada, ni quería saber, yo no los veía bien por la luz fuerte, porque al principio me quedé como encandilado. No tenía mucho miedo, pero sí temor. Volvieron a su aparato, se metieron adentro y el objeto desapareció rápidamente en el cielo, en dirección al Paraguay.
Recorte del informe de hace 26 años de El Litoral en donde Melgarejo y gente de la zona recorren el área del encuentro.
Me quedé asombrado y temeroso, traté de volver a mi casa, pero quedé como desconcertado, me desorienté, anduve caminando en el campo hasta cerca de las cuatro de la mañana, en que volví a mi casa, que no estaba muy lejos, a unos 1.000 metros de donde ocurrió esto.
Después pensé que querían llevarme y ahí tuve miedo. Ellos eran como nosotros, sólo que chiquititos, yo le calculo un metro de altura más o menos. Cuando el objeto bajó en el agua, dio la impresión que eran patos chapoteando, por el ruido que hacían. Después de eso me quedó un fuerte dolor de cabeza que no se me pasaba con nada, me duró varios días".

Marcas
Esta fue la experiencia que tuvo Rito Melgarejo, poblador de Santa Ana, cerca del Ingenio Primer Correntino, en la zona denominada El Bajo, un encuentro del tercer tipo con intento de comunicación por parte de estos seres, que al parecer no eran agresivos, si no, hubieran actuado de otra forma. No fue esta la primera vez ni será la última de este tipo de contactos en nuestra provincia.
El diario dio un amplio despliegue a este caso de Santa Ana.
En el lugar quedaron unas huellas en el suelo, de 6 centímetros de diámetro por 10 de profundidad, tres en total, como si fueran las patas del objeto. Además, quedó una zona totalmente quemada, a pesar que había agua, de unos 6 metros de diámetro por unos 4 metros de ancho, alrededor el pasto estaba verde, pero allí, totalmente amarillento y reseco. Además, como dato curioso, una anguila que habría estado en el agua, quedó como plastificada, momificada, a tal punto, que cuando concurrimos a investigar, unos cuatro días después, no mostraba signos de descomposición ni olor.
Continuidad del informe con algunas conclusiones.
No se comprobó la existencia de huellas de pies de los seres, lo cual demuestra que eran muy livianos, ya que estaba mojado el suelo, o bien no tocaron el mismo, es decir que levitaban.
Melgarejo perdió la visión de un ojo, meses después, lo cual podría atribuirse al encuentro, pero no se puede afirmar con seguridad porqué ocurrió esto.
Uno más de los tantos casos de contacto, que nos demuestra que somos visitados desde hace tiempo, aunque para muchos, esto no es creíble, pero los hechos hablan por sí mismos.

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