martes, 9 de noviembre de 2010


Algo de historia
El caso Bariloche (Cuarta parte)


Juan Pablo Gómez
Oscar Adolfo Uriondo
Buenos Aires - Argentina


Análisis general del caso Bariloche

Informe y opinión sobre el Caso Bariloche por parte del Dr. Antonio Las Heras (http://www.youtube.com/watch?v=ZALwBoZ4IBw)


I) La Evaluación de Confiabilidad

La confiabilidad otorgable a un determinado testimonio sobre OVNIs puede definirse, de acuerdo con el analista estadounidense Thomas M. Olsen, como el valor de probabilidad de que dicho informe refiera, de modo preciso, la percepción de un hecho real y no responda a una acción fraudulenta o a un fenómeno alucinatorio.

Por supuesto que la confiabilidad de un caso depende esencialmente de la credibilidad que se asigne a los testigos del mismo, en virtud de sus aptitudes y cualidades (tales como profesión, conocimientos científico-técnicos, nivel cultural, objetividad narrativa, amén de otras circunstancias personales); también, claro está, de su número, sitios de observación, visibilidad, lapsos de visualización, etc.

Pero, igualmente, la labor y actitud de los investigadores posee muy alta relevancia, cuando se trata de evaluar la confiabilidad de un informe. Es fundamental que los detalles aportados de un caso hayan sido documentados correctamente y con la mayor exactitud posible, y que los mismos, confrontados y correlacionados con fenómenos conocidos (naturales o resultantes de la tecnología humana), no encuentren explicación razonable en dichos términos.

Concerniente al episodio de Bariloche, examinaremos dos factores de importancia para la estimación aproximada de su nivel de confiabilidad, dentro del contexto de los datos hasta ahora disponibles. Son ellos: la calificación de los testigos, por un lado; y por otro, el rigor con que se cumplimentó la tarea de investigación.

Factor 1: Credibilidad de los testigos


En las observaciones del 31 de julio de 1995, se da una notable conjunción de testigos cuya idoneidad profesional implica amplios conocimientos adecuados para la segura identificación de cualquier fenómeno convencional que se mueva en el espacio aéreo. Ese grado de competencia técnica es absolutamente necesaria para la seguridad de vuelo, ante la eventual interferencia de algún tránsito imprevisto. El conjunto de personas a que hicimos referencia incluye a pilotos comerciales y militares, operadores de torres de control y meteorólogos del aeropuerto.

La supuesta incompetencia relativa a los aviadores, en comparación con la de otros profesionales -v.g. astrónomos- para reconocer fenómenos aéreos ortodoxos y naturales, a los que se refiere el Dr. Hynek sobre datos proporcionados por el Project Blue Book Special Report nº 14, nos merece las siguientes reflexiones críticas: a) las pretendidas "ïdentificaciones" del Project Blue Book son reconocidamente tendenciosas, en sentido negativo, y más aún cuando se trata de casos que involucran como testigos a pilotos aéreos civiles y comerciales; b) las confusiones atribuidas a los pilotos conciernen preferentemente a observaciones astronómicas, como bien lo subraya el propio Hynek. Por consiguiente, dichos juicios no son válidos para avistamientos ocurridos en el espacio aeronáutico, sustentados en muchas ocasiones por excelentes condiciones de visibilidad, distancia y duración.

A nuestro entender, la opinión sostenida en el clásico The UFO Reference (R. Hall, NICAP, 1964), conserva plena vigencia: "Los pilotos de aerolíneas y los militares -expresa- están entre los más experimentados observadores del cielo. Su profesión requiere que ellos permanezcan cientos de hora por año en el aire, pocas profesiones exigen un conocimiento práctico del tiempo meteorológico, de otras aeronaves y de actividades inusuales, tales como pruebas de misiles".

Todos los aviadores implicados en el caso Bariloche poseen vasta experiencia técnico-profesional que otorga a sus relatos un elevado nivel de credibilidad. Así, por ejemplo, el comandante Jorge Polanco lleva 25 años de vuelo, con 10.000 horas en aviones comerciales; es comandante de Aerolíneas Argentinas desde 1983. Los otros tripulantes del Boeing 727-200, el copiloto, primer oficial Daniel Dortona (17 años en la empresa y 9.000 horas de vuelo); el ingeniero de vuelo Jorge Allende (15 años de vuelo) y el primer oficial Roberto Luis Benavente, con sólida competencia en materia aeronáutica. Y lo propio sucede con los pilotos del GN-705, de la Gendarmería Nacional, comandante principal Rubén A. Cipuzak (20 años de vuelo) y comandante Juan Domingo Gaitán (15 años de vuelo). En cuanto al personal técnico del aeropuerto, su experiencia es indudable: el suboficial principal Daniel García tiene 23 años de antigüedad en su profesión; el suboficial ayudante Alfredo Blanco, 6 años; y el operador meteorológico Nicolás Araya, y también 6 años.

Prima facie, el caso Bariloche parecería constituir un típico avistamiento con testigos múltiples. En efecto, hay hasta el presente, por lo menos 24 observadores distribuidos en 4 agrupamientos independientes, separados entre sí, y desde 4 lugares diferentes y 3 planos de altitud.

Casi todos los testigos incluidos en el incidente han podido ser identificados con nombre y apellido. Además, la vinculación existente entre ellos, en la mayoría de los casos es de índole estrictamente laboral, siendo la excepción más notoria el matrimonio Cabral. Por añadidura, muchos de los protagonistas no se conocían entre sí, con anterioridad a la ocurrencia de los hechos.

Agreguemos que durante las observaciones, tanto los operadores del aeropuerto, como los aeronavegantes, no descuidaron en ningún momento sus respectivas obligaciones profesionales. Además, inmediatamente luego de los sucesos, sus actores prosiguieron con sus labores de rutina: el GN-705 procedió a la evacuación sanitaria de emergencia para la que había sido enviado, sin dar mayor importancia ulterior al incidente. Recién al día siguiente, al sintonizar un canal de televisión conocieron un reportaje al comandante Polanco. Este aviador, por su parte, una vez elaborado el informe escrito, de carácter interno, solicitado por el jefe de turno del aeropuerto, prosiguió con su rutina de vuelo de regreso a la Capital Federal. Una filtración informativa permitió a los medios de Bariloche tomar conocimiento del antedicho documento oficial y, a la mañana siguiente, muy temprano, Polanco comenzó a recibir llamadas telefónicas requiriéndole confirmación y detalles del avistamiento.

Factor 2: Calidad de la investigación


Este factor posibilita valorar la probabilidad de que los encuestadores hayan registrado documentalmente, de la manera más correcta, objetiva e imparcial posible, un avistamiento reportado que no admite solución en términos convencionales.

La investigación que sustenta el presente informe incluye, como núcleo principal, una suma de fuentes de primera mano, encuestas directas, realizadas independientemente (muchas de ellas in situ) mediante entrevistas prolongadas con la mayoría de los testigos identificados. Dichas encuestas fueron reiteradas, después de un lapso superior al año, con el objeto de confrontar las narraciones de los mismos testigos y de sumar nuevos datos. Todas ellas estuvieron respaldadas por grabaciones y fotografías para una pormenorizada revisión y ulterior documentación. A fin de recabar información complementaria que coadyuvara al esclarecimiento de ciertos aspectos confusos del caso, se efectuaron además llamadas telefónicas a diversos declarantes.

Otros documentos de primera mano a los que se tuvo acceso fueron la transcripción de la cinta magnetofónica del grabador de la Torre, con las conversaciones entre la torre de control Bariloche y los vuelos AR-674 y GN-705, el informe escrito presentado por el comandante Polanco, rubricado por los otros tripulantes de la aerolínea, señores Dortona y Allende; los informes del suboficial principal Daniel García, del suboficial ayudante Alfredo Blanco y del operador meteorológico Nicolás Araya; y las cartas aeronáuticas con las trayectorias de los aeromóviles, la noche del 31 de julio de 1995.

Completando esta fase investigativa de primer nivel, se recurrió también a otras fuentes secundarias indirectas, tales como casetes con numerosas entrevistas televisivas y radiofónicas.

Sobre la base de todos estos elementos de juicio así reunidos, finalmente se buscó correlacionar esa documentación con categorías de fenómenos conocidos, tanto naturales como artificiales.

Fuentes Directas:
Entrevistas personales a los testigos:
  • Jorge Polanco (vuelo ARG-674)
  • Daniel Dortona (vuelo ARG-674)
  • Roberto Luis Benavente (vuelo ARG-674)
  • Rubén Adolfo Cipuzac (vuelo GN-705)
  • Daniel García (aeropuerto)
  • Alfredo Blanco (aeropuerto)
  • Nicolás E. Araya (aeropuerto)
  • Rodolfo Garabino (taxista en el aeropuerto)
  • Matrimonio Berta y Silverio Cabral (en Dina Huapi)
  • Ing. Marcelo Etchegoyen (ERSE)

Entrevistas telefónicas a los testigos:
  • Jorge Allende (vuelo ARG-674)
  • Joaquín Gómez (vuelo GN-705)
  • Enrique Bressa (aeropuerto)
  • Julio César Cantero (aeropuerto)
  • Jorge Oviedo (aeropuerto)

No se trató, pues, de fuentes anónimas o secretas que por su condición de tales tornan muy difícil su corroboración por parte de otros investigadores.

Condiciones complementarias de las observaciones



Situación meteorológica:

A pesar de la nocturnidad de los avistamientos, las circunstancias del tiempo atmosférico eran favorables: en ese momento no había perturbaciones de importancia, como lluvia, nieve, granizo o fuertes vientos, que dificultaran la visión. El cielo estaba despejado, con una delgada capa de estratos dispersos con dos octas (dos octavas partes del cielo), a unos 30º`de altura sobre el horizonte Oeste; la nubosidad aparecía recostada, como es habitual en esa región, hacia las montañas. La luna se hallaba en creciente (fase 0,18) y, por tanto, con poca luminosidad, de modo que la noche, extremadamente oscura, permitía una clara percepción de las fuentes de luz. En consecuencia, puede inferirse que las condiciones de visibilidad existentes en el lapso de las observaciones fueron positivas.


Tiempos de visualización:

1. El parámetro duración en el vuelo formado del AR-674 con el OVNI, fue calculado por los pilotos en aproximadamente 3 ó 4 minutos, desde las 12 millas DME, hasta el instante en que ocurre el apagón del sistema eléctrico autónomo del aeropuerto.
2. A partir del momento en que la aerolínea divisa el tránsito desconocido -el avión estaba a unas 2 ó 3 millas de la vertical del aeropuerto- hasta que se inicia el viraje de procedimiento, a unas 13 millas DME, tiene siempre la "luz" a la vista y a su frente, ligeramente a la izquierda de su proa, "a las 11". Vale decir, en su trayectoria por el radial 120, el Boeing 727 mantuvo una visualización casi constante por otros 4 minutos aproximadamente.
3. En cuanto al GN-705, de la Gendarmería, sus pilotos estimaron la duración en 10 a 15 segundos, a partir de que la luz ámbar los pasa por debajo, realiza sus maniobras y regresa en sentido convergente, cruzándolos nuevamente bajo su nivel de vuelo, hasta su alejamiento definitivo con rumbo S.SO.


Distancias estimadas al fenómeno:

En su máxima cercanía al avión comercial, el OVNI (según el testimonio del comandante Polanco) se ubica a menos de 50 m de la cabina de comando -tal vez 100 m, en otra estimación- a poca distancia de la puntera del ala derecha, tomada como punto de referencia. El prolongado tiempo de observación, la buena visibilidad, sumadas a la innegable capacidad de los pilotos para identificar objetos en vuelo, confieren validez a estos cálculos de distancia y permiten definir el caso como un verdadero "encuentro cercano" en medio aéreo.

A su vez el GN-705 alcanza su distancia mínima a la luz en el instante en que ésta los supera en vuelo, con una diferencia de altitud entre 1.000 y 1.500 m, por debajo del avión.


Evaluación cuantitativa de confiabilidad:

Para obtener tal valor numérico se apeló a la formulación de Olsen implementada en su obra The Reference for Outstanding UFO Reports. Según el mencionado analista los informes sobre OVNIs se califican, en cuanto a su fiabilidad, entre un mínimo de 0, y un máximo de 1; vale decir, similar a la escala de probabilidad. La confiabilidad absoluta, por supuesto, representada por el valor 1.0, es teóricamente inalcanzable.

Ecuación de confiabilidad total (Pr).

Pr = [1 – (p)m] Pi.21-n

Donde p = factor de confiabilidad promedio de los testigos
m = numero de testigos
Pi = factor de confiabilidad de la investigación
n = n-sima mano del informe

Aplicando los valores numéricos obtenidos para los sucesos de Bariloche y considerando en forma separada las observaciones efectuadas desde el ARG-674 y el GN-705, arribamos a los resultados siguientes:

p = 0.125 (experiencia extensiva con fenómenos aéreos)
m = 4 y 3 respectivamente
Pi = 0.850 (se ubica entre los llamados niveles intermedios -0.750- y elevados -0.999-.
n = en nuestro caso es igual a 1

Por consiguiente, para el incidente del ARG-674 se alcanza un índice de confiabilidad igual a 0.8497, y en cuanto al GN-705, el coeficiente es de 0.8483. Lo cual conforma, en ambos casos un nivel numérico difícil de subestimar. En cuanto a la observación de Dina Huapi, el valor Pr desciende a 0.6375, sensiblemente inferior, en razón del menor número de testigos y de la escasa experiencia de los mismos con fenómenos aéreos (0.500).
A modo de comparación, acotemos que otro sistema de evaluación, v.g. el de los españoles Ballester Olmos y Guasp, introduce la siguiente tabulación:

Hasta 0.4 : credibilidad baja
Desde 0.5 a 0.6: credibilidad normal
De 0.7 a 1.0: credibilidad excelente

Como se advierte, las observaciones efectuadas por las tripulaciones de las dos aeronaves tienen muy elevado índice de credibilidad. En cambio, el avistamiento de Dina Huapi se ubica dentro de lo que se califica de credibilidad normal.

http://fuego.dragoninvisible.com.ar/boletin2/dragon119.htm

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